Nacido en 1959, Juan José Monzón lleva el Carnaval en sus venas. Gracias a su padre, Manolo Monzón, primero salió de mascota en la Masa Coral Tinerfeña, hasta que a finales de 1965 acuerdan constituir el grupo de los Rumberos, que salió a la calle en 1966 y que tanto auge cogió, ya de forma oficial, desde 1967. Este año sabe que, al término de la actuación el día del concurso, no recibirá la llamada de Manolo... "Para nosotros es como si estuviera de viaje".

¿Cómo vive este Carnaval, con la ausencia de su padre, el fundador de las comparsas?

(Silencio). Sabemos que nos falta. Que tenemos la responsabilidad de sacar Rumberos y mientras nosotros estemos haciendo este trabajo vamos a luchar por engrandecer el nombre del Carnaval. Durante casi 30 años mi padre llevó el peso de Rumberos, hasta que en el Carnaval 1993 nos cedió el testigo porque no quiso entrar en concursos. Él siempre estaba ahí, pero no tomaba parte directa; siempre que acababa un concurso lo llamábamos y le preguntábamos qué le parecía y siempre nos decía los pros y contras... Este año, como todo ocurrió estando nosotros en los ensayos e íbamos a verlo por la tarde, es como si no se hubiera ido todavía... Como si estuviera de viaje.

¿Las comparsas gozan de buena salud?

Sí. Hay gente que quiere a las comparsas por encima de todo, y mientras ellos estén, no van a decaer ni se va a apoderar de ellos la desgana. No obstante, está claro que el plato fuerte en los últimos quince años son las murgas, pero las comparsas hacen falta, y mucho.

¿Por qué las murgas acaparan el protagonismo?

Son épocas y estilos distintos. Las murgas han dado un giro muy fuerte desde hace quince años para acá y han metido percusión latina igual que nosotros; han hecho cinco o seis voces distintas, han formado coros y está toda la juventud metida ahí.

¿Ha tenido la tentación de cerrar la comparsa y formar una murga?

Si no hubiera sido hijo de Manolo Monzón, seguro que sí. Estaría en una murga, o estaría de lleno en una agrupación... Siempre en algo de Carnaval. Pero al ser hijo de Manolo Monzón me veo en la obligación, y con mucho orgullo, de seguir en las comparsas.

Los premios siempre han sido muy discutidos en las comparsas...

Eso es algo que no se puede arreglar... Los jurados son siempre distintos y conceden los premios a la comparsa que creen que está profesionalizada. El público sabe más lo que es una comparsa que un jurado; porque ellos son músicos que estudian en conservatorio y no están de lleno en el "sabor" de la comparsa. Entonces, la comparsa que lleve más profesionales y gente cualificada destaca un poquito más que el resto. Son matices pequeños que valoran esos señores. Ellos son quienes dan una puntuación, muchas veces injusta, que, en el caso nuestro, nos ha perjudicado muchas veces. Somos la única comparsa que ha merecido primeros premios y prácticamente no tenemos ninguno, sino en disfraz. El orgullo es que el público te diga: me gustaron, y con eso basta.

¿El "cáncer" de una comparsa es la contratación de músicos?

No, no. Todo es cuestión de superación. Nosotros somos los mismos culpables de haber metido un colectivo que igual no es tan comparsero como nosotros; ellos son músicos que estudian. También es cierto que hay muchos músicos que son comparseros. Pero sí es cierto que hay que buscarle y pagarle. Nosotros tenemos una subvención del ayuntamiento. Es un dinero público que nos dan. La gente tiene derecho a opinar porque cobramos esa ayuda municipal y tenemos que ofrecerle lo mejor, no podemos salir cuatro amigos; tiene que ser un repertorio bueno. Dentro de eso hay quien tienen más presupuesto. No es culpa de los músicos; ellos cumplen su labor como los técnicos de sonido o las costureras...

¿Cuál es el nivel de las comparsas?

Es una pasada. Son capaces de hacer 20 minutos de repertorio sobre el escenario, algo que creo que es único en el mundo, pues gente amateur es capaz de bailar 18 ritmos diferentes... La alegría de estar familias completas, el ritmo, el color...

¿Prefiere el concurso en escenario o en la calle?

En la calle es muy bonito; es donde imitamos un poquito a Brasil, porque aquello es inmenso. Allí salen hasta mil personas tocando y aquí llevamos treinta percusionistas, pero nuestra seña de identidad, lo que nos distingue, es el concurso sobre el escenario. Creo que el Carnaval de Tenerife es donde único se hace el concurso sobre el escenario, con una actuación en directo, con un buen disfraz, cuerpo de baile, coro... Y dar todo eso en 20 minutos es un espectáculo maravilloso que no se ve. Trabajamos meses y meses para 20 minutos en el escenario nada más.

¿En el futuro las comparsas terminarán cantando en playback?

Eso puede ser una opción, porque es mucho más económica. No playback, sino la secuencia, que es música grabada sobre la que se canta luego. Pero siempre estamos regateando y pidiendo ayuda a los amigos músicos.

Pero, ¿llegará el día en que las comparsas salgan con música grabada?

No. Este año se intentó hacer así y comparsas como Cariocas, Rumberos y algunas más dijeron que no a la secuencia por mucha crisis que hubiera.

¿Dónde se va a notar más la crisis: en el traje o en los repertorio?

No creo que se deje sentir la crisis. La gente de la comparsa está ya experimentada y muchos han reciclado y sacarán un disfraz maravilloso con el mismo presupuesto.