La industria alimentaria debe asumir el reto de retomar la "slow food" o comida de lenta preparación, ya que la incorporación de la mujer al mundo laboral y los horarios dispares de los miembros de la familia hacen que este tipo de cocina esté en franca recesión.

Ésta es la atrevida propuesta que hace la prestigiosa nutricionista Lucía Bulto, autora del libro "Los consejos de Nutrinanny" que ha publicado Planeta, y que pretende ser una herramienta "útil y sencilla" par resolver todas las inquietudes y dudas respecto a la alimentación de los hijos.

La experta, con más de veinte años de trayectoria profesional, ha recordado que la "fast food", aquella forma de alimentación que se tarda poco tiempo en preparar y consumir, se ha considerado como fuente de "todos los males alimenticios" en los últimos años.

Sin embargo, ha comentado que es actualmente "la única que el ama de casa o la gente joven es capaz de hacer de manera habitual en el hogar".

"¿Por qué no asume la industria alimentaria el reto de retomar la cocina tradicional, aquella que no hace mucho tiempo preparaban las madres o las abuelas en casa?", se ha preguntado Bultó, quien ha confesado que, de otro modo, ese tipo de nutrición, considerada saludable, es "muy difícil que vuelva".

De hecho, ha defendido algunas de estas preparaciones de marcas reconocidas que ya están en el mercado y que llegan a los hogares "prêt-à-manger" o listas para comer, a base de platos clásicos, como los guisos y potajes de legumbres, de carnes y pescados, de patatas, de arroces, pastas, salsas y sofritos, o incluso los postres al horno o la repostería de calidad en general.

"Las tornas han cambiado, el slow food es ahora feudo de la industria alimentaria y el fast food es la manera más habitual de comer en las casas de los españoles", ha remachado.

Bultó ha afirmado que la reconciliación de estas dos maneras de alimentarse puede ser la fórmula para seguir una nutrición equilibrada, saludable, variada y satisfactoria.

La experta ha recordado que España tiene una de las dietas más saludables, la mediterránea, y, sin embargo, sus jóvenes son los terceros con mayor tasa de obesidad de Europa y sufren índices de colesterol o diabetes II más propios de personas adultas.

Así, se ha referido a que los niños españoles están "sobrealimentados": la obesidad se sitúa ya en el 13,9% y la tasa de sobrepeso en el 12,4%. De hecho, según la OMS, son los que presentan las mayores tasas de sobrepeso u obesidad (32,5%) entre los siete y los nueve años.

"Tenemos una de las mejores despensas del mundo pero no sabemos utilizarla", ha sentenciado, para agregar que las inquietudes por comer sano o por no engordar, unidas a una "gran desinformación", llevan a cometer "errores muy importantes".

No se trata solo de que los niños coman en exceso bollos, chucherías y refrescos, ha dicho la autora del libro, sino de que además se alimentan "sobre la marcha, improvisando".

Toman cantidades desmedidas de otros alimentos habituales, los padres no tienen tiempo para organizarse y no están informados correctamente, ha esgrimido sobre este grave problema de salud.

A veces, ha comentado Bultó, se escucha a una madre decir con preocupación que su hijo come "como un pajarito" pero es que tal vez, para su edad, es lo que necesita.

Y todo ello se suma al "gran sedentarismo" de los pequeños, que pasan siete horas sentados en el colegio y 3,5 delante de una pantalla -hora y media ante la televisión, una hora con la consola u ordenador y casi otra conectados a Internet-.

"Somos lo que comemos y seremos lo que hayamos comido", ha recalcado la experta, quien ha adelantado que los hábitos de la infancia determinarán gran parte de la salud de la vida adulta.

La regla de oro, para Bultó, no es otra que el ejemplo de los progenitores, porque ellos serán el patrón de cuanto haga el menor, a quien no se le podrá exigir que coma determinados alimentos o haga ejercicio físico si ellos no lo practican.

En su libro, la profesora intenta dar a padres, madres y familiares, que "lo quieren hacer bien", soluciones sencillas y prácticas a sus preguntas, eso sí, basadas en estudios científicos que huyen del sensacionalismo y de las modas de dudosa firma.