Cuando los revolucionarios egipcios salieron a las calles hace un año para pedir "pan, libertad y dignidad", nunca pensaron que muchos de ellos iban a ser después humillados, torturados y juzgados por los militares.

"Ahora hay más brutalidad en la tortura, porque el Ejército la practica delante de la gente en las calles, en el Museo Egipcio y en lugares inusuales. Además, los maltratos son más feroces", dijo Mona Hamed, psiquiatra del Centro El Nadim, que rehabilita a las víctimas de la violencia.

Hamed comparaba así los abusos cometidos por los policías durante la época del expresidente egipcio Hosni Mubarak y los que practican los militares a los revolucionarios desde que la Junta Militar tomara el poder del país, el pasado 11 de febrero, tras la renuncia del entonces mandatario.

A juicio de esta psiquiatra, el Ejército quiere divulgar "un mensaje de humillación dirigido a los manifestantes, para castigarles por haber hecho la revolución".

Este mismo mensaje les fue transmitido directamente a los jóvenes detenidos por los soldados que les maltrataban: "''Levanta la cabeza, eres egipcio'' les decían, y después les pateaban la cabeza", añadió Hamed, en alusión a un conocido lema de los revolucionarios.

Esta doctora, que desde 2000 examina distintos casos de torturados en el centro donde trabaja, aseguró que entre las peores prácticas han estado las llamadas "pruebas de virginidad", que los militares hicieron en marzo pasado a varias manifestantes.

Algunos detenidos han sido torturados este año hasta la muerte antes de ser presentados a la Fiscalía.

"No esperaba este tipo de tratamiento por parte del Ejército", señaló la doctora.

Tampoco lo esperaba Maged al Samni, arquitecto de 28 años, que el pasado noviembre iba a la plaza Tahrir a diario para llevar medicamentos, alimentos y mantas a los manifestantes allí acampados, hasta que fue agredido por algunos soldados.

"Los mismos medicamentos que yo había llevado a los manifestantes fueron utilizados para curarme cuando efectivos del Ejército me dieron una paliza y me arrastraron por el suelo en la calle Mohamed Mahmud (junto a Tahrir)", dijo Al Samni, que vive en Alejandría.

"Dos soldados me ataron las manos, otros dos me golpearon con palos en la cabeza, uno más me acosó sexualmente y otro vació los bolsillos de mis pantalones", relató.

Sin mediar palabra, los uniformados le arrastraron unos 300 metros hasta la presencia de un oficial del Ejército, que le asestó dos golpes en la cabeza.

"En ese momento sangraba por la cabeza y los labios. El oficial me preguntó que de dónde era y cuando le dije que de Egipto, insistió en que yo era extranjero y que no hablaba bien árabe", explicó.

Al Samni pasó una noche en un centro de detención al que fue llevado con otros 29 jóvenes sin ninguna acusación, y allí fue golpeado de nuevo, sin ser atendido por ningún médico.

"Con la caída de Mubarak no han disminuido las torturas, sino que han aumentado", lamentó el joven, miembro del grupo No a los Juicios Militares a Civiles.

En este movimiento, compuesto por activistas, abogados y defensores de los derechos humanos, Al Samni pudo constatar que hay miles de revolucionarios detenidos, y otros activistas y blogueros civiles que están siendo juzgados en tribunales castrenses.

Según el Centro El Nadim, en los seis meses posteriores al pasado 25 de enero hubo entre 12.000 y 16.000 casos de juicios militares a civiles, frente a los 2.000 registrados durante los 30 años del régimen de Mubarak.

Uno de los casos más polémicos fue el del bloguero cristiano copto Maikel Nabil, que en su bitácora denunció que el Ejército torturó a manifestantes dentro del Museo Egipcio de El Cairo e hizo "pruebas de virginidad" a varias chicas.

Nabil, que se puso en huelga de hambre durante su detención, fue presentado ante un tribunal militar y después condenado por una corte civil a dos años de prisión por injurias a las Fuerzas Armadas.

De cara a los actos conmemorativos del aniversario de la Revolución del 25 de Enero, la Junta Militar indultó el pasado sábado a Nabil y a otros 1.958 activistas que estaban siendo juzgados por tribunales castrenses.

En declaraciones a Efe, el padre del bloguero, Nabil Sanad, consideró que la "Junta Militar quería acallar a Maikel para que no escandalizase".

"Los militares tratan a los revolucionarios como si fueran los enemigos", sentenció el progenitor del polémico bloguero.

En su informe anual, presentado ayer en El Cairo, la organización Human Rights Watch denunció que el Ejército ha recurrido a lo largo de este año a la fuerza excesiva y a la tortura, y para ello ha contado con la impunidad otorgada por su estatus militar, que les evita ser investigados por las autoridades civiles.