La salida de ciudadanos al extranjero en busca de una oportunidad laboral que se les niega en España se ha acelerado en los últimos dos años. Canarias es la comunidad autónoma más afectada por este fenómeno, según ha hecho notar la empresa de recursos humanos Adecco. Entre enero de 2008 y diciembre del año pasado, el número de canarios residentes en el extranjero ha crecido un 51,5% al pasar de 72.000 a casi 110.000 personas.

Desde el inicio de la crisis, el Archipiélago ha visto cómo 37.086 de sus habitantes mayores de 18 años han abandonado su territorio para residir en otro país. De esta forma, Canarias encabeza los registros de emigrantes con una sensible diferencia respecto a la segunda región en este aspecto, Baleares, en la que la marcha de trabajadores se ha incrementado en un 44%, al tiempo que dobla la media española de aumento de este fenómeno desde 2008, situada en el 25,6%.

Por provincias, Santa Cruz de Tenerife es la que más habitantes ha visto emigrar, 23.861, desde que comenzase la crisis, lo que representa un incremento del 42,9%. Por su parte, Las Palmas es la que ha experimentado la mayor subida, del 80,5%, al pasar de 16.431 residentes en el extranjero en 2008 a 29.656 hoy en día.

En enero de 2008 residían fuera de España un total de 1.201.433 españoles mayores de 18 años, según datos del Censo Electoral de Españoles Residentes en el Extranjero (CERA). Más de cuatro años después, periodo que abarca la crisis económica y laboral que afecta a Europa, esta cifra se elevó hasta 1.509.333, lo que supone un aumento del 25,6% o, lo que es lo mismo, 307.900 españoles mayores de edad dejaron el país para residir, por lo que podría afirmarse que han emigrado fuera de España para trabajar o acompañando a un familiar que ha cruzado la frontera por razones laborales, apunta Adecco.

Los nuevos protagonistas de esta situación son, sobre todo, jóvenes entre los 25 y los 35 años sin responsabilidades familiares y que generalmente cuentan con formación altamente cualificada, que responde a lo que los sociólogos denominan "emigración selectiva" o "fuga de cerebros".

Las cifras sorprenden aún más si se tiene en cuenta que los españoles no habían sido tradicionalmente muy propensos a la movilidad geográfica, y que hasta ahora, el éxodo de trabajadores españoles hacia otros países solo se había vinculado a los años previos a la transición. Tras años de bonanza económica y crecimiento del empleo, en los que España fue un país de interés para la inmigración por las múltiples posibilidades de desarrollo que ofrecía, la situación se ha revertido: por primera vez en 10 años, el saldo migratorio ha sido negativo en 2011, según datos del Instituto Nacional de Estadística, ya que llegaron 417.523 personas frente a las 507.740 que abandonaron el país.

Los sectores más demandados para trabajar en el extranjero también han sido alterados por la coyuntura económica. Previamente a la crisis, los puestos que más cubrían los españoles estaban relacionados con la investigación, la medicina y la biología. En la actualidad, esta lista se ha ampliado e incluye los perfiles técnicos -ingenieros, arquitectos e informáticos-, que han perdido su empleo y llevan tiempo sin encontrar uno nuevo o consideran que su trabajo será más valorado fuera de España.