Los testimonios aportados ayer por los vecinos, en la segunda sesión del juicio con jurado que celebra la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife, revelaron que la joven Yurena apenas protestaba, cuando supuestamente, sus tíos le infligían malos tratos en el interior de sus domicilio, en el güimarero barrio de La Hoya.

Los vecinos de Juan Daniel P. R y María de los Ángeles R.R. declararon que fueron testigos de los supuestos malos tratos a través de la pared que linda con la casa de los acusados. Exactamente, José Fernando R.F., un joven que aún hoy comparte vivienda con sus padres en la misma zona, relató de forma gráfica y contundente, hasta el punto de hincar la rodilla en el suelo y golpear intensamente la tarima del estrado para escenificar los impactos que escuchaba desde la habitación donde dormía, cómo una voz femenina, que identificó como la de Mª de los Ángeles, profería todo tipo de insultos hacia su sobrina, y cómo éstos se mezclaban con la voz de Juan Daniel cuando éste le pedía reiteradamente que parara.

Este vecino describió, con profusión de detalles, varios episodios de violencia verbal, unos más intensos que otros, que llegó a tildar como "insoportables", donde la mujer amenazaba constantemente a su sobrina, a la que acusaba de "de no bañarse y de ser una puta y un cuero", y de que este último hecho se convirtiera en el detonante del despido de la joven de un supermercado donde trabajaba. También detalló que en todo aquel tiempo, apenas escuchó llorar al niño de Yurena, a excepción de la noche que precedió a su fallecimiento, y cómo uno de los días, en que vio a la joven madre en compañía de su tío, se percató de que en la parte izquierda de la cabeza llevaba un apósito "que le cubría la zona de la oreja". Según el vecino, este encuentro se produjo en el callejón de acceso a las viviendas y sin apenas oportunidad a ver nada más porque "me dio la sensación de que caminaron más rápido cuando me vieron para meterse en la casa".

A pesar de que los enfrentamientos continuaron en el tiempo, José Fernando reconoció que apenas escuchó a Yurena defenderse, a excepción del leve gimoteo que escuchó una noche y que no denunció, por deferencia a su madre, mayor y enferma, quien también declaró minutos más tarde como testigo, pero amparada por un biombo que impedía el contacto visual con los acusados.

Aunque algunos de los familiares y personas cercanas a Yurena la definieron como una mujer extrovertida y alegre, lo cierto es que en la declaración de Idaira B. P., amiga de la joven, se puso de manifiesto que desconocía cualquier detalle relativo a su vida personal o familiar, quien le gustaba o con quien se relacionaba. Ni siquiera llegó a tener nunca el número de teléfono de su amiga porque "no me hacía falta, casi todos los días nos encontrábamos en la calle o en la plaza, donde nos juntábamos todos", aseguró.