1.- Los medios españoles han condenado -sin juicio- a IñakiUrdangarín. En los países democráticos y en las sociedades más avanzadas siempre ocurre así: existe un resquicio para atacar a alguien que ostenta la condición de inocente. Porque ningún tribunal lo ha condenado. Recuerden el "macartismo" y el envío a la hoguera de la injuria a los sospechosos de contemporizar con los comunistas en los 50. Las sociedades no varían tanto con los tiempos. En la Edad Media se acusaba de brujería a cualquiera; en los años del senador McCarthy, de comunista. En la era del rey JuanCarlos, a un yerno suyo lo han echado a la hoguera las filtraciones de un sumario teóricamente secreto y la avidez de una prensa irresponsable que quiere sangre. Algo está fallando aquí. Lo dije cuando el sumario de Las Teresitas y lo digo ahora. Que le pregunten a Telecinco cuántas horas está dedicando a la familia real, a la soledad de la reina, a sus cuitas con el rey y a las desavenencias familiares, todas ellas cargadas de morbo. Ahora, la izquierda radical pretende que se despenalicen las injurias a la familia real, como si cualquier injuria no tuviera que ser penalizada. Este es un país de derribos, no de construcciones. Aquí hay que cortarle la cabeza al que sea. Y ahora, no contentos con el acoso, los cronistas "del corazón" pretenden separar a Urdangarín de su esposa. Tienen cuatro hijos menores en común y, al parecer, se quieren. ¿Es justo esto?

2.- Si les digo la verdad, a mí hace tiempo que me da asco del país donde vivo. Y no me mudo porque no puedo. Porque a los 64 años no tengo ni fuerzas ni ganas de empezar de nuevo. Así que me tendré que aguantar, pero recomiendo a todo el mundo que busque un lugar más agradable para vivir, lejos de las agresiones contra personas, de las vulneraciones al honor y a la intimidad. De los analfabetos que pueblan los medios de comunicación y de un sistema judicial deleznable, cuya nula protección al ciudadano propicia estas filtraciones intolerables y unos juicios paralelos que se dan de palos con el sentido común y con el más estricto de la justicia. Un país donde son aclamados los jueces que supuestamente prevarican y donde se pone a caldo de pota al Tribunal Supremo por juzgarlo. Conmigo no cuenten.

3.- Es la primera vez que escribo de Urdangarín. Me dio asco del acoso de las cámaras a sus padres, personas mayores que nada tienen que ver con lo que haya podido hacer su hijo. Me da pena de que se cuestione que una madre -la reina- visite a su hija, a sus nietos y a su yerno en el país donde viven. Me da pena de que se cuestione a la monarquía -que es la última garantía que tenemos, aunque yo no sea monárquico- tan solo porque un yerno haya sido imputado. Sin que ningún juez lo haya sentenciado aún. Reflexionen, si quieren. Si no, buenas noches y buena suerte.