A la vista de lo que leo, amén de lo que también oigo y veo, parece que el asunto del petróleo va camino de convertirse en la versión canaria del cuento de la lechera. Podía empezar este artículo con unas anotaciones, a la fuerza irónicas, con lo dicho al respecto por ese prócer del nacionalismo vernáculo llamado Paulino Rivero. Sin embargo, dicho sea con mucho respeto para todo el mundo, hoy no estoy de humor para soplapolleces. Lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que no me haya conmovido ese riveresco "no rotundo del presidente regional a las prospecciones petrolíferas en el Archipiélago hasta que se reconozcan los derechos de los canarios sobre esos posibles recursos". Un brindis al sol, ustedes se harán cargo, porque el nacionalismo canario ni siquiera ha sido capaz, a día de hoy, de conseguir que el Gobierno central invierta en estas Islas al menos la media de lo que destina a las demás comunidades autónomas. No lo ha conseguido porque en Madrid a los diputados de CC les hacen menos caso que al pito del sereno. Los toman a pitorreo no porque sean pocos (ahora mismo una sola, ya que el otro es de Román), sino porque no los consideran políticos serios. No puede ser serio quien estaba ayer con el PP, hoy con el PSOE y mañana con quien toque. Eso se califica con una palabra que hoy no voy a escribir. Y como una vez perdida la seriedad se pierde todo lo demás, empezando por la influencia, las posibilidades de presión que posee el nacionalismo archipielágico en la capital del Reino son inexistentes. Por eso las bravatas de Rivero, o de su interlocutora en Madrid, carecen de cualquier interés. En consecuencia, vamos a cosas, si no más formales -que tampoco lo son-, sí al menos más necesitadas de un par de puntualizaciones.

Entre los indignados con el petróleo está Mario Cabrera, presidente del Cabildo de Fuerteventura. Considera que las prospecciones son incompatibles con el turismo. Para empezar, ¿desde cuándo? Ah claro, es que si se produce un accidente... ¿Y si sale un volcán submarino y arrasa con todo como ha ocurrido en El Hierro? ¿Y si los marroquíes perforan 20 kilómetros más allá y tienen ellos el accidente? ¿Estarán entonces a salvo las playas majoreras? El turismo es importante, nadie lo niega, pero, ¿qué hacemos los que no vivimos del turismo? Un turismo, dicho sea ya que estamos con el asunto, más numeroso y más consumidor que nunca, pero incapaz de sacar a trescientos mil canarios de las listas del paro y de darle colocación a una juventud obligada a emigrar porque aquí, sobra recordarlo, solo tiene la opción de servirle güisquis a guiris tatuados o permanecer brazo sobre brazo.

En cualquier caso, y puestos a fomentar el turismo, ¿qué está haciendo Mario Cabrera por este sector, cuando tiene su isla al borde del apagón por su terquedad en la ubicación de la nueva e imprescindible central eléctrica? ¿Qué pasará con el turismo cuando Fuerteventura, e incluso Lanzarote, se queden a dos velas? Y esto solo es un ejemplo. ¿De qué promoción del turismo estamos hablando si no transcurren menos de diez años antes de que se autorice la construcción de un puerto deportivo o un campo de golf? Seamos serios.