La Gerencia de Urbanismo ha cerrado el bar Jet Lag de la calle Candelaria debido al volumen de la música de este local de copas, según informaron fuentes del ayuntamiento.

Sin embargo, la versión de la dueña del local, Jenny Batista, es diferente y se siente objeto de una persecución.

El problema está en que el local solo tiene licencia de actividad de grupo 2 sin música y que han recibido numerosas quejas de vecinos por el volumen de la música, explicaron en Urbanismo.

Batista reconoce que desconocía que el local contaba con esta licencia tan restrictiva y que, cuando se enteró, comenzó los trámites para obtener esa licencia grupo 2 con música ambiental. "Pagamos un proyecto y compramos un limitador de volumen", detalla Jenny Batista.

De hecho, un técnico de Urbanismo cercioró que habían instalado dicho limitador y lo precintó para que no se pudiera manipular el 17 de marzo de 2011. Sin embargo, afirman que esa misma noche recibieron multitud de llamadas de los vecinos del local.

Cuando volvieron a pasar por la zona comprobaron que la música estaba más alta de lo debido, añadieron fuentes de Urbanismo, por lo que el técnico informó negativamente sobre la concesión de licencia grupo 2 con música ambiental, y fue denegada.

55 decibelios de máximo

De cualquier forma, esta música ambiental no debe superar los 55 decibelios. La Policía comprobó el 28 de abril de 2011 que la música estaba entre 67,3 y 70,8 decibelios. Probaron a subir el volumen al máximo y la medición les dio 70,9. Volvieron a medir sin música y se quedó en solo 61,4 decibelios, según Urbanismo.

El 19 de agosto de 2011, la Policía informó del que el limitador de sonido no se estaba usando, apostillaron las citadas fuentes.

Sin embargo, Jenny Batista asegura que se siente objeto de una persecución. Reconoce que cuando se quedó con el local desconocía que tenía una licencia tan restrictiva y que hizo un único concierto en el Día de la Mujer. Pero también asegura que se puso manos a la obra para presentar un proyecto de música ambiental y comprar un limitador de volumen.

De hecho, hace años el local ponía música sin que pareciera tener algún problema por ello.

Sobre la medición que daba unos valores superiores a los permitidos, Jenny afirma que "un cable del limitador estaba mal", tal y como declaró un técnico que llamaron para revisar el aparato, apostilló.

Por esta infracción se les puso una multa de 601 euros y se les precintaron los equipos de música. "Estuvimos dos meses sin música", rememora Jenny. El 3 de noviembre de 2011 reciben un aviso de que tienen que pagar una multa de 15.001 euros por no tener licencia para música o no haber cursado la comunicación previa.

Sin embargo, el 21 de octubre de 2011, Jenny, acogiéndose a la nueva Ley 7/2011, vuelve a presentar toda la documentación firmada por un ingeniero para pedir grupo 2 con música ambiental.

Sin embargo, Urbanismo detalla que la multa de 15.000 euros es por estar poniendo cualquier tipo de música sin licencia y que es la menor que se le podía haber impuesto, ya que las sanciones van de 15.000 a 30.000.

La Unipol, finalmente, procedió al cierre y precinto del local por la música el pasado viernes.

Jenny se queja de que Urbanismo no le ha contestado a ninguno de sus recursos y cree que esta medida tan drástica puede deberse a que es un bar de ambiente o a que alguna persona quiere el local. El consistorio afirma que se trata sólo de cumplir la ley y atender a las numerosas quejas vecinales.

Jenny, no obstante, afirma que muchos bares de la zona incumplen la normativa. "A algunos de ellos se les oye en toda la calle La Noria", dice, pero, sin embargo, el único que han cerrado es el Jet Lag. De ahí que se pregunte por qué se ha hecho esa diferenciación.