Doctor en Derecho y diplomado en Administración de Empresas, Jerónimo Saavedra ha ocupado cargos destacados en las diferentes administraciones españolas, tanto la central como la regional y la local, y en la actualidad es Diputado del Común. Saavedra, de 74 años, recibió esta semana a EL DÍA, en su despacho de la sede del Diputado del Común de Santa Cruz de Tenerife, para hablar de su nuevo cargo y de su trayectoria profesional en el que quizás sea su momento de mayor plenitud, pues, tal y como confesó, "ahora tengo la oportunidad de combinar todos los socios de mi vida".

Presidente, diputado regional, ministro, senador, alcalde y, ahora, diputado del común. ¿Le queda algún cargo por ocupar?

Yo soy muy respetuoso con las estadísticas, y las expectativas de vida que uno tiene son las que son. Pero, como dicen algunos, solo me falta ser cardenal.

¿Considera su nombramiento de Diputado del Común como un exilio o un premio?

Como un premio. En absoluto ha sido un exilio, pese a que no puedo militar en el partido ni emitir opiniones; aunque en los proyectos de ley sí puedo hacerlo. Habiendo estado en las tres administraciones, lo único que me atraía era poder estar en un lugar en el que la experiencia acumulada del funcionamiento de las administraciones, todas las que hay en España (central, autonómica y local), pudiera facilitar la agilidad y comprensión de la situación de los representantes políticos y del empleado público. La experiencia acumulada facilita que las relaciones sean cordiales, pero exigentes.

Pero es un retiro de la política activa.

Si se refiere a los congresos que vive ahora el partido al que yo he pertenecido y en el que ahora tengo suspendida mi militancia por ser Diputado del Común, claro que es atractivo, pero uno elige con todas las consecuencias. Respecto a la situación actual, espero que el PSOE encuentre la mejor fórmula para afrontar los años de oposición dura que ha obtenido en las elecciones de mayo y de noviembre.

Pero, ¿Rubalcaba o Chacón?

No puedo opinar en ese terreno. Tengo mis ideas personales claras, pero no he opinado, ni intervenido ni he hecho comidas paralelas para convencer a delegados. Espero que se imponga la sensatez.

Y sobre el próximo congreso regional...

Pues cuando llegue el momento, que será abril o mayo, haré lo mismo, me abstendré. Si no quiere seguir el actual secretario general, que es una decisión que tiene que tomar él, el partido elegirá a la persona adecuada. Hay gente muy válida, no solo generaciones mayores, sino también intermedias y más jóvenes que serían magníficos directores del partido en Canarias. Ahí también se verán las consecuencias del congreso en Sevilla.

¿Se encuentra España en el peor momento de su historia?

Sin duda estamos ante la peor crisis que ha vivido España. Viví la crisis de 1992-1993, año en el que entré de Ministro, y hasta 1995 el país no empezó a recuperarse. Pero esa crisis era de distintos impactos porque había unas políticas económicas que permitían a los Estados devaluar la moneda si tenían muchos problemas de deuda exterior. Yo también tuve que congelar los sueldos de todos los empleados públicos en 1994. Tengo experiencia de crisis, y esta me cogió como alcalde de una ciudad importante; una bajada de ingresos en los presupuestos de casi 50 millones de euros se nota, y hay que renunciar a muchas cosas, sobre todo inversiones. Así que ese problema, multiplicado por mil, es el problema que tiene el Gobierno de España, y lo único que se discute es si la política de contención del déficit en un momento de recesión económica es posible cumplirla o no. En ese último caso habría que tomar otro tipo de medidas. Pero lo normal para no llegar a ese extremo, es que las autoridades europeas aumenten el número de años en el que hay que reducir el déficit, lo que permitiría adoptar medidas de recuperación económica de inversión, pues sin ella no se genera empleo. Así que la situación es que dependemos no solo de nosotros mismos, sino también de la zona Euro.

¿La opción de aunar algunas administraciones es la solución?

Ahí se está frivolizando demasiado. Como ministro conocí todos los ayuntamientos de España, que son más de 8.000. Hay muchos municipios en determinadas comunidades autónomas que tienen 80 o 90 habitantes, y cómo se justifica tener ahí un secretario, un interventor, un policía... Y estoy hablando de los de régimen financiero común, que los canarios tenemos luego los ingresos del REF. Pero si no decide el municipio disolverse o integrarse en otro... Quizás la mejor opción sea la de crear una mancomunidad, que hay casos en los que ha funcionado y otros en lo que no, pero esta pudiera ser la fórmula. Pero suprimir una Diputación o un Cabildo resulta muy duro. Yo sí soy partidario de que se reduzca el número de representantes políticos en las administraciones, menos los concejales y consejeros. Hay institutos insulares que podrían desaparecer porque hacen las mismas funciones que los ayuntamientos.

¿Se debería eliminar la duplicidad de las consejerías con sede en las dos Islas capitalinas?

El Gobierno actual se ha comprometido a hacer una reforma administrativa y crear una comisión de estudio, tengo la confianza de que se lo tome en serio. Y aunque digan que no hay muchos organismos públicos dependientes de las consejerías, comparado con lo que pasa de Cádiz para arriba, creo que no debe ser mal de muchos consuelo de tontos.

Es conocido su afición por la cultura. ¿Qué opina del duro recorte que ha sufrido este área en Canarias?

La cultura ha sido muy reducida por parte de todas las administraciones, algo que resulta más difícil de comprender este año, cuando los ingresos del REF por la buena ocupación turística vuelven a ser positivos. Pero me parece un error tremendo de planteamiento, porque en situaciones de crisis es cuando el ciudadano necesita la ayuda que solo la cultura puede aportar, porque frente a la inseguridad, la angustia y la desconfianza, los únicos remedios los aporta la cultura, la clásica y la contemporánea. En un acto de teatro, de concierto musical o en una exposición se encontrará ese apoyo para seguir adelante, sobrevivir y encontrar que vivir tiene un sentido. Sacar las tijeras contra la cultura me parece un signo de mediocridad y de insensibilidad.

De todos los cargos que ha ocupado. ¿En cuál se ha sentido más cómodo?

En todos, y eso es muy difícil. Lo que sí he dicho es que el cargo donde más se sufre, pero donde más se disfruta, es en la alcaldía de un ayuntamiento. Lo digo porque ni como presidente ni como ministro la gente se acercaba a saludarme y expresarme una queja o un problema o a hacer un comentario. No sé si será por el dicho de que en España no hay más que alcalde y Rey, y el resto son poderes intermedios creados a lo largo de la historia; el ciudadano sabe que el alcalde está ahí. La satisfacción es porque uno vive de cerca el problema que tiene que resolver, y firmar una ley o un decreto, que se hace en otros cargos, no produce esa satisfacción. En todos estos años, la única vez que he perdido el sueño ha sido como alcalde.

¿Y cuál es el cargo cuyo nombramiento le ha supuesto mayor satisfacción?

Cuando fue sorpresa para mí fue cuando me eligieron presidente provisional en diciembre de 1982, porque ahí hubo un trasvase de votos que ni me esperaba ni nadie buscó, sino que fue una decisión libre de aquella asamblea parlamentaria reunida en Santa Cruz de Tenerife. Luego fueron las elecciones como presidente en 1983, en las que fui elegido. Pero hay un fenómeno derivado del sistema electoral, que es que una noche electoral tienes una satisfacción que es relativa, salvo que tengas mayoría absoluta, porque tiene que pasar un mes hasta que se constituya en el Parlamento; que se hagan los pactos, debates de investiduras y luego que la gente cumpla y te dé los votos. Todo eso diluye un poco el impacto de la noche electoral para el protagonista. Por eso, la mayoría absoluta del Ayuntamiento de Las Palmas la viví de otra manera. Pero, también recuerdo el acabar de examinar a una alumna en julio de 1993, cuando sonó el teléfono a las 12:00 horas y Piluca me dijo que el jefe quería hablar conmigo, me lo pasó y Felipe González me dijo: "Mira, que he pensado que seas Ministro de Administraciones Públicas, quiero que vengas. Te espero a las 19:30 horas en la Moncloa". Eso fue un impacto. Solo se lo dije a dos o tres íntimos y a la familia y cogí el avión de las tres de la tarde.

Tras cargos de tanta relevancia. ¿Se encuentra cómodo como Diputado del Común?

Nunca he querido ser juez, y esto está en la posición de mediador que me gusta. Además, tengo que reconocer que este trabajo tiene una cosa que durante más de treinta años nunca había tenido: las tardes libres. Para mí ha sido un descubrimiento encontrarme con las tardes libres para estar en casa leyendo un libro, escuchando un disco o viendo un programa de televisión atractivo. Era algo de lo que me había olvidado. A pesar del ritmo de trabajo, en el que estoy visitando todos los municipios para que la Institución sea conocida y estrechar relaciones, ahora me siento muy a gusto, pues tengo la oportunidad de combinar todos los socios de mi vida.