lo largo de esta semanaalgunos políticos han protestado por el trato discriminatorio que recibe Canarias con respecto a otras comunidades autónomas. Nosotros pensamos que la peor discriminación que se nos puede hacer desde la Península, y que de hecho nos siguen haciendo, es considerarnos una comunidad autónoma española. Algo, lo hemos repetido muchas veces, que no somos porque ni siquiera somos españoles; somos canarios de las Islas Canarias obligados por la fuerza de la ley a tener documentación española. El simple hecho de considerarnos una comunidad autónoma -un truco de la metrópoli para ocultar ante los organismos internacionales nuestra condición colonial- ya es una infamia.

La independencia de Canarias llegará antes de lo que piensan los amantes de la españolidad, los españolistas y hasta los que quieren morir siendo españoles a pesar de haber nacido en una tierra, como esta, que ni es España, ni es de España. Eso de morir como españoles nos suena a credo legionario, pero allá cada cual con sus apetencias. Sin embargo, mientras no seamos una nación soberana con su estado no tenemos otra opción que admitir, de mala gana y a la fuerza -lo repetimos- el hecho de que estamos encadenados al destino de España; al destino de un país que se hunde -lo decíamos en nuestro comentario de ayer- y que nos ahogará a todos. Espantan las cifras del desempleo español, pues estamos en unos niveles nunca vistos anteriormente, pero nos horroriza aún más que Canarias tenga casi 350.000 personas en paro según los últimos datos de la encuesta de población activa. ¿Por qué?, nos preguntamos indignados un día más.

Ante todo porque seguimos siendo una colonia. No podemos prosperar mientras no seamos dueños de nuestros recursos. Unos recursos que, como hemos señalado repetidamente, los peninsulares saquean desde hace casi seis siglos para alimentarse ellos y sustentar a sus hijos, mientras que los niños canarios tienen que comer mendrugos de pan duro. ¿Y por qué seguimos siendo una colonia?, es la siguiente pregunta que nos hacemos. Ante todo porque los que se han presentado ante el pueblo como nacionalistas no lo son. De CC, lo hemos dicho en repetidas ocasiones, salvamos a unos pocos de sus militantes. Confiamos en la labor de algunos alcaldes, pero nada más. La mayoría de quienes integran este partido, hoy a punto de desaparecer -cosa que ocurrirá de manera irremediable si no cambian de rumbo ideológico y optan por la independencia- son bolsilleros políticos sin otro fin que vivir bien ellos, sus allegados y sus amigos. El ejemplo más notorio de cuanto decimos lo tenemos en el presidente del Gobierno de Canarias; un necio político, además de torpe e ineficaz en su gestión, que no ha movido un dedo a favor de la independencia de Canarias.

Paulino Rivero, junto a su esposa Ángela Mena, su representante en Madrid Ana Oramas y otros próceres de ese falso nacionalismo al que nos estamos refiriendo, son los grandes culpables de que en Canarias haya colas ante los comedores sociales. Colas -lo publicábamos hace unos días en nuestra primera página- en las que se ponen no únicamente los mendigos, sino también los jóvenes y hasta las amas de casa. Lo nunca visto en unas Islas que siempre fueron afortunadas. Lo peor es que la banda de desalmados políticos que nos gobierna es insensible ante los males de su propia gente. ¿Merecen vivir entre seres humanos quienes no se apiadan de niños hambrientos?

Pues bien, esos mismos políticos -Rivero y Mena, insistimos, son los peores- se han indignado esta última semana por dos motivos: las intenciones del Gobierno español de conceder las autorizaciones para prospecciones petroleras en aguas de las Islas sin contar para nada con Canarias, lo cual se veía venir, y esos 679 euros menos que recibe cada canario por aportación estatal con respecto a la autonomía mejor financiada. ¿A cuenta de qué tanto revuelo? ¿Es que nadie se había dado cuenta hasta ahora de que somos ciudadanos de tercera, e incluso de cuarta, categoría? ¿Es mentira, don Paulino, que somos europeos ultraperiféricos y usted, en vez de rebelarse como canario que es -que es usted canario, coño, y no español-, se pavonea por Bruselas acompañado por los líderes de los territorios franceses de ultramar? Es decir, de las colonias. Usted es un inmoral político. Usted se permite volar en helicóptero mientras su gente se pudre en los pasillos de los hospitales, o se muere en las listas de espera, por falta de medios. Usted, pese a ser maestro de escuela, es el máximo responsable del fracaso escolar en Canarias. Y encima tiene la poca vergüenza de "enfadarse" porque el Estado invierte menos en su colonia que en cualquiera de sus comunidades autónomas. ¿Cómo se atreve a semejante cinismo político? ¿No le da vergüenza aparecer en público? ¿No teme que de un momento a otro se produzca un brote de violencia popular contra su persona? Es algo que no deseamos, pues odiamos todo tipo de violencia, incluso para respaldar causas justas como lo es nuestra independencia, pero el hartazgo por sus engaños, por sus traiciones políticas, por su incompetencia como gobernante, por su necedad subvencionando a periódicos que son bodrios con tal de hacerle daño a EL DÍA y otras tropelías políticas perpetradas por usted y su mariachi han colmado la paciencia de mucha gente.

Su única opción, señor Rivero, es dimitir y exiliarse antes de que lo echen a empujones. De nada sirven ahora sus protestas por el hecho de que el Gobierno español no tenga previsto contar con Canarias en el asunto de los hidrocarburos. A buenas horas. ¿Cuántas veces ha tenido la oportunidad de plantear en Madrid, inclusive ante el Monarca, la independencia de Canarias? Lejos de hacerlo, permitió usted, político iletrado y torpe donde los haya, que Zapatero lo engañara como a un indígena, como siempre han engañado los colonizadores europeos a los negritos de África, dándole unas aguas que ni son de España ni pueden pertenecer a Canarias mientras no dejemos de ser el archipiélago de un Estado situado en otro continente y nos convirtamos en el Estado archipielágico que nos corresponde ser. Y encima, pues piensa el tonto político que todos son como él, pretendió usted embaucar con esa falacia de las aguas en cestas a un patriota como José Rodríguez. Al no conseguirlo, descargó sobre él su furia de político mediocre. Cerrar EL DÍA y acabar con su editor se ha convertido en su obsesión. Y para ello se apoya en un pájaro tatarita de Las Palmas y en unos periódicos cada vez más insignificantes porque el pueblo canario, que es más inteligente de lo que usted piensa, no se deja engañar. No contento con esto, han iniciado usted y su esposa pleitos judiciales contra EL DÍA y su editor, amparados en una Justicia y unas leyes que respetamos y acatamos, pero que no son ni las leyes ni la Justicia que queremos para Canarias.

Fíjense ustedes, estimados lectores, la categoría política de quien nos gobierna gracias a un pacto de perdedores, porque Paulino Rivero no ganó las elecciones. Ahora pretende que le hagan caso los españoles en el asunto del petróleo. Si de verdad el Gobierno de Canarias tiene jurisdicción sobre esas aguas, como ha estado diciendo este estúpido político, ¿a cuenta de qué tantos enfados ante los desplantes de la metrópoli? Si esas aguas fueran realmente canarias les bastaría a Rivero y a su caterva de consejeros políticamente tan incapaces como él con prohibir las prospecciones. Pero lo son. Es decir, Rivero ha mentido. ¿Nos merecemos los canarios estar a las órdenes políticamente despóticas de quien no nos dice la verdad?