mucho se ha hablado y escrito durante las últimas semanas sobre la existencia de una importante bolsa de hidrocarburos en aguas próximas a Canarias. El Gobierno regional, que preside un inepto político, exige a Madrid que se respeten los derechos de las Islas en la explotación de esta fuente de riqueza, en el caso de que tales recursos existan y su extracción sea económicamente rentable. Pretendemos en este editorial hacer una sucinta recopilación de lo que se ha debatido sobre este tema y al mismo tiempo, como corresponde a este espacio de opinión en EL DÍA, aportar nuestro punto de vista. Una perspectiva, lo saben bien nuestros lectores, que no puede ser otra que la defensa de estas Islas y de los intereses de sus habitante.

Para empezar, do, qué capacidad tiene un Gobierno presidido por alguien tan incapaz y nefasto como Paulino Rivero -lo tiene harto demostrado- para exigirle algo a los peninsulares que nos colonizan desde hace casi seis siglos? Nada menos que casi seiscientos años de esclavitud, antes impuesta con cadenas y el terror de la Santa Inquisición y ahora de una forma administrativa y disimulada -España disfraza a Canarias de comunidad autónoma para ocultar ante propios y extraños la infame realidad de que somos una colonia-, pero esclavitud real. ¿Cuándo una nación colonizadora ha escuchado las reivindicaciones de los indígenas sometidos a los colores de su bandera? Nunca o casi nunca. No lo han hecho países muy civilizados, como Gran Bretaña -aunque los ingleses han liberado a la mayoría de los territorios que conquistaron un día- ni lo hará España, cuyo comportamiento histórico en materia de genocidios, sometimiento y saqueos de territorios en varios continentes solo cabe calificarlo de vil. Lo que hicieron los conquistadores con el pueblo guanche sigue clamando al cielo pese a los años transcurridos desde que se cometió ese crimen. Sin embargo, insensibles por completo al sufrimiento al que en su día padecieron sus antepasados, los falsos nacionalistas de Coalición Canaria jamás han pedido la libertad de estas Islas. Nunca han planteado, ni en el Parlamento autonómico ni en el Congreso de los Diputados la independencia de Canarias. Ni lo han planteado, ni lo han exigido.

Una omisión de la que es mucho más culpable Paulino Rivero, pues en calidad de presidente de la Comunidad autónoma ha tenido acceso directo a las más altas autoridades del Estado español. Al haberse desentendido tan vergonzosamente de los problemas de su pueblo, Paulino Rivero ha traicionado políticamente a los canarios. ¿Qué caso puede hacerle el Gobierno de España en el asunto del petróleo a quien no es una persona respetable, políticamente hablando, porque jamás se ha dado a respetar? Ninguno. No obstante, en el caso de la posible existencia de hidrocarburos en una zona próxima a Canarias subsisten problemas adicionales que van más allá de esa reclamación de derechos por parte del Gobierno regional. ¿Qué derechos?, nos preguntamos. ¿Quién tiene el derecho de explotar los recursos que hay en esas aguas, tanto los presentes como los potenciales? Los tiene el propietario de esas aguas. Y el propietario no es España ni Canarias, sino Marruecos.

De nuevo hemos de recordarles a muchos necios políticos que estas Islas están dentro de la Zona Económica Exclusiva de Marruecos y que, por lo tanto, son las autoridades de este país las que deben autorizar cualquier prospección petrolífera o de otro tipo que se vaya a realizar en ellas. Una parte de esas aguas, la que nos correspondiese después del trazado de una mediana que nada tiene que ver con ese disparate de las medianas asimétricas que un día se inventó el señor Ríos, le pertenecerían a Canarias si estas islas formasen un estado archipielágico, lo cual no es el caso porque somos, bajo dominio colonial, el archipiélago de un estado que, para más inri, se encuentra en otro continente. Una razón añadida para que obtengamos nuestra independencia cuanto antes.

Insistimos en ello: mientras seamos una colonia española es absurdo que planteemos la reclamación de esos hidrocarburos a un país -España- que no es propietario de tales recursos por la sencilla razón de que le pertenecen a Marruecos. Si esas aguas fuesen españolas o canarias, nuestros pesqueros no tendrían ningún obstáculo para faenar en ellas. Que se atrevan a hacerlo y ya verán lo poco que tardan en ser apresados por una patrullera marroquí. Solo un bruto, incompetente, necio, torpe, déspota e iletrado (siempre hablamos en términos políticos y no personales) como Paulino Rivero pudo creerse la patraña de que Zapatero le entregaba a Canarias el control de sus aguas. Cómo lo engañó. Cómo le vendió también la falsa promesa de los 25.000 millones de euros en inversiones, cuando el Estado español invierte en Canarias menos de la media de lo que destina a sus comunidades autónomas y el muy caradura político Paulino Rivero no dimite y sigue desgraciando a Canarias. Algo consustancial con nuestra realidad política, porque las colonias -y nosotros somos una colonia- no están para invertir en ellas, sino para obtener de ellas todo el beneficio posible. Por eso las oficinas recaudatorias de la Hacienda española saquean nuestros recursos sin descanso. Mes tras mes, año tras año, se llevan a la Península los bienes que al pueblo canario tanto sudor le cuesta ganar. Luego nos devuelven unas migajas. Simples mendrugos de pan duro que tanto presume la señora Oramas de haber conseguido.

Al igual que lo hace el ladrón, también piensa el necio político que todos son de su condición. Envalentonado por esa presunción que solo puede ocurrírsele a un mentecato político, quiso Rivero embaucar al editor de EL DÍA con semejantes engañifas. Como José Rodríguez no se prestó al juego, decidió acabar con él y con su periódico, como le ha dicho repetidas veces a sus más directos colaboradores. Ignora Paulino Rivero, al igual que lo desconoce la caterva de políticos tontos que lo acompañan en CC, que este periódico lleva más de cien años en la calle. Estamos en nuestro segundo siglo de existencia. Década tras década jamás hemos renunciado a la defensa de Tenerife y de Canarias. Siempre hemos sido fieles al pensamiento de nuestro fundador, Leoncio Rodríguez, que amaba profundamente la idiosincrasia isleña porque llevaba en su corazón los sufrimientos que padecieron nuestros antepasados los guanches. En la actualidad, EL DÍA es, con diferencia, el periódico más leído de Canarias. Diariamente recibimos muestras de afecto y de apoyo de nuestros lectores. ¿Puede un mago político acabar con todo esto así porque sí, aunque subvencione a un periódico de Las Palmas y a su hijuela de Tenerife? Permítasenos que esbocemos una sonrisa.

¿Quién sos tú, idiota político, para acallar la voz del pueblo canario? La voz de ese pueblo al que has engañado miserablemente para seguir en la poltrona y viajando en helicóptero, mientras los niños canarios pasan hambre. ¿Por qué no dimites y te exilias de una vez, junto con tu esposa que copreside en la sombra? Con un presidente políticamente tan incompetente como tú, el petróleo que pueda haber en Canarias será para Marruecos y quizás, aunque muy improbablemente, para España; al menos una parte. Pero por tu culpa, pues eres el máximo responsable de que sigamos siendo una colonia, jamás verán los canarios ni un céntimo de ese llamado oro negro. Y acabamos

La primera tragedia para Canarias en estos momentos es tener como presidente a Paulino Rivero. La segunda es su dependencia colonial de España. La tercera es el paro. Estas dos últimas estarían a medio camino de solucionarse si no fuera porque Paulino Rivero sigue negándose a dimitir y marcharse de Canarias para siempre. Sin Rivero y su caterva de mangantes políticos, es decir, con un nacionalismo auténtico, ya se habría planteado la independencia de esta tierra en los foros adecuados. Posiblemente ya estaría constituida una comisión bilateral entre el Estado español y Canarias para negociar el traspaso de poderes. Y ya en posesión de nuestras riquezas, libres para negociar los acuerdos internacionales que proceda -qué ignominia depender de Madrid hasta para fijar las tarifas aéreas de unos aeropuertos que son nuestros, coño, y no de los godos-, viviríamos como los países más ricos del mundo. Por el bien de tu tierra y de tu gente, márchate de una vez.