El local donde se ubica El Maná se encuentra a escasas orillas de la misma mar, muy cerca de ese muelle donde a lo largo de los siglos, del ir y venir de las mareas, las olas han ido salpicando de sal y espuma las historias que conforman el perfil marinero del Puerto de la Cruz.

El restaurante, situado en la calle Mequinez, desprende el encanto propio de esos lugares pequeños pero que encierran un aire coqueto. Además, se perfila con una estructura bien dimensionada, tanto en los espacios como en la oferta culinaria de una carta que encierra la singularidad de una comida orientada a las personas vegetarianas y celiacas, con una propuesta basada en la naturalidad y la limpieza de los productos ecológicos.

Esta aventura gastronómica tiene una raíz joven, la que representan la propietaria y cocinera, Ruth Marrero, junto a Ayoze en la cocina y Cristina en sala.

La sinceridad de esta cocina se concreta en una secuencia de platos que abre un entrante con el que se agasaja al comensal: bandeja de mojos rojo y verde, más una deliciosa mahonesa de tomillo, acompañada de un pan que invita al sopeteo. De las tapas, nos inclinamos por saborear un hummus (pasta de garbanzos) regada con cilantro: delicioso reencuentro con los aromas de la tierra.

Las ensaladas tienen también un protagonismo propio, compuestas bajo factura ecológica. La de berenjena, acompañada por un queso en pasta brie, estalla en sabores.

El wok (sartén redonda y profunda originaria de China) sirve para preparar una parrillada de verduras con el aditamento del delicioso tofu (elaborado a partir de la soja y de textura más o menos firme). También lo sirven al estilo tailandés, con leche de coco y caña santa.

En El Maná se ofrece pasta natural; aromáticos tés y cafés y una cocina hecha con cariño.