Chris Huhne, nombrado en su momento por David Cameron para el cargo de ministro británico de Energía, tuvo que dimitir la semana pasada. Este combativo miembro del Ejecutivo de su graciosa majestad no lo hizo mal en el desempeño de su cargo. Su cese -una dimisión obligada equivale a una patada en el trasero- estuvo motivado por algo que no se le perdona a ningún político en un país serio: la mentira. A Chris Huhne lo interceptó un radar de tráfico en marzo de 2003 cuando conducía su coche a más velocidad de la permitida. Para no verse perjudicado, le pidió a su mujer que dijese que era ella la que conducía el vehículo. Posteriormente se divorciaron por un asunto de cuernos. Vicky Price, la otrora encubridora esposa, descubrió que Huhne se había liado con su jefa de prensa. Para no variar.

Ya cada cual por su parte, Vicky tuvo la infeliz idea de manifestar en una entrevista que su marido le había pedido a un familiar la asunción de la culpa en el asunto del radar. No dijo explícitamente que se lo hubiera pedido a ella, pero la simple insinuación fue suficiente para poner en marcha a la implacable justicia británica. Resumiendo: tanto Chris Huhne como Vicky Price pueden acabar ahora en la cárcel. No por pasarse de velocidad al volante -eso lo hubiera saldado Huhne con una simple multa y algún tiempo sin carnet-, sino por falsear una declaración oficial.

Estamos hablando, evidentemente, de otro u otros países. En España, en Canarias sin necesidad de ir más lejos, se miente y no solo no se dimite, sino que se sigue persistiendo en el asunto con una cara más dura que el cemento armado, como diría mi amigo -además de apreciado maestro- Pancho Ayala. El 2 de febrero aparecieron en este periódico unas declaraciones de Carlos Alonso, vicepresidente del Cabildo de Tenerife, en las que anunciaba que las compañías aéreas Jet2, Monarch y Cóndor habían confirmado que suprimirían sus vuelos con la Isla si el Ministerio de Fomento no prorroga la bonificación de tasas aéreas. "A pesar de que el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, insiste en que no hay una relación evidente entre las bonificaciones y la conectividad, esta situación demuestra que sí la hay", dijo Alonso.

El mismo día en que se publicaron estas manifestaciones, Jet2 desmintió rotundamente al vicepresidente del Cabildo. "Es cierto que Jet2 apoya al Gobierno local en su lucha para mantener las bonificaciones de tasas aéreas, pero no es cierto que dejaríamos de operar aquí (Tenerife) en caso de que estas ayudas dejen de llegar", dijo un portavoz de esta aerolínea. "Nuestro compromiso con las Islas Canarias es firme y sabemos que es uno de los destinos que nuestros clientes más aprecian". En dos palabras, a Jet2 le fastidia que le quiten las ayudas -y a quién no-, pero no por eso va a dar el portazo.

Por si fuera poco, Ryanair, otra de las compañías que según los voceros del paulinato se mandará a mudar en cuanto el Estado le quite las ayudas -del ministro de Industria y Turismo han dicho incluso que está desarrollando una política criminal contra Canarias- acaba de anunciar que a partir de abril aumentará sus frecuencias con Tenerife para compensar el cierre de Spanair. ¿Dimite Alonso de una vez o seguimos aplaudiendo el embuste por sistema?