Una terapia de cicatrización de heridas, que consiste en aplicar presión negativa, permite a los soldados lesionados en Afganistán y en otros destinos militares volver hasta tres veces antes al terreno para seguir cumpliendo con su misión.

Se trata de la Terapia VAC (Vacuum Assisted Closure, por sus siglas en inglés), que ha centrado algunas de las ponencias del Congreso Nacional de Heridas y Cicatrización, clausurado ayer en Madrid, y al que han asistido más de 2.000 expertos. En este foro, la comunidad científica ha corroborado cómo este método potencia la cicatrización de las heridas y reduce a la vez el coste del tratamiento en pacientes con lesiones complicadas.

El doctor Francisco Javier de Juan Pérez, del Servicio de Cirugía Plástica del Hospital Central de la Defensa Gómez-Ulla de Madrid, ha desgranado la aplicación de este modelo. Se introduce una espuma de poliuretano con un tamaño de poro específico dentro de la herida, se sella con una lámina adhesiva y se conecta mediante un tubo a una máquina que genera presión negativa.

De Juan, con más de 15 años de experiencia en cirugía plástica y reparadora, ha destacado que uno de los casos de éxito de aplicación de la terapia son los heridos de guerra. En el Hospital Central de la Defensa se atienden las bajas de las misiones que España tiene en el mundo. Las que más heridos reportan han sido las de Afganistán y en menor medida Irak, cuando las tropas españolas estaban allí.

La mayoría de los casos son traumatismos de miembros inferiores, ha indicado el doctor, quien explica que cuando hay un ataque a un convoy, un médico estabiliza al herido, se le transporta al hospital de campaña, se aplica la terapia y se le evacúa a España.

"Algunos casos han ido tan bien con este tipo de terapia que prácticamente no ha habido que hacer otros tratamientos más agresivos o más complejos, y hemos obtenido una curación muy aceptable, evitándose amputaciones en muchos casos", relata.

Este sistema acorta el tiempo de curación de los pacientes, al lograr multiplicar 2,5 veces la velocidad con que se reproducen las células contribuyendo a un rápido cierre de las heridas.

Lo primero que se observa es una importante reducción en el tamaño de la lesión, disminuye la posibilidad de infecciones y, gracias al estiramiento tisular, se produce un estrés celular que conlleva el aumento significativo de su multiplicación.

Sus resultados están clínicamente probados en heridas crónicas, agudas, traumáticas, quemaduras de espesor parcial, úlceras diabéticas o vasculares así como en colgajos e injertos.

"Si a esto le añadimos, y más aún con la situación de crisis actual, las ventajas económicas que supone su utilización, entendemos el porqué de que la comunidad científica esté mostrando tanto interés por ella", argumenta De Juan. En los casos en los que el paciente no precisa estar en la cama, existen unas máquinas pequeñas y portátiles que son "muy cómodas" para que se pueda ir a casa y siga el tratamiento de forma ambulatoria.

Con ello, su calidad de vida mejora "tremendamente" y la hospitalización es más breve. "Para nuestro hospital, esto también supone un ahorro muy importante en costes de hospitalización y atención sanitaria", expone el cirujano.

Pese a que "su utilidad y eficiencia" están "más que demostradas y avaladas por muchísimos estudios", según el experto, la realidad es que se utiliza poco porque "aún no se conoce lo suficiente", no se enseña en las facultades de Medicina y se ignora su favorable relación coste-efectividad.