El presidente francés, Nicolas Sarkozy, abre hoy una intensa semana política en la que está previsto que anuncie su candidatura oficial a la reelección, con el objetivo de superar el retraso que acumula respecto al socialista François Hollande, a poco más de dos meses de los comicios.

El jefe del Estado goza estos días de una enorme atención mediática, a la espera de que dé el paso definitivo de convertirse en candidato, algo que los medios de comunicación esperan que suceda el miércoles o el jueves próximo.

Será el momento de comenzar a superar la diferencia con Hollande en los sondeos que, en algunos casos, llega a los 20 puntos en la probable segunda vuelta del 6 de mayo.

Empezaría a hacerlo el domingo próximo, cuando el partido conservador ha convocado el primer gran mitin de campaña en Marsella, la segunda ciudad del país, ante más de 7.000 personas.

Sarkozy apura al máximo su entrada en campaña, pero la diferencia con Hollande le obliga a avanzar un par de semanas el anuncio, según el responsable de Estudios Políticos del Instituto BVA, Éric Bonnet.

"Cuanto más terreno tenga perdido, más tiempo necesitará para recuperarlo", dice el politólogo, quien considera que el presidente "tendrá que mostrarse muy activo y multiplicar las propuestas" durante los próximos días para superar la diferencia.

Una opinión que no comparte el primer ministro, François Fillon, quien en una entrevista que hoy publica el vespertino "Le Monde" considera que el resultado de las elecciones se disputará "en las tres últimas semanas", con especial atención a los debates entre los postulantes.

Sarkozy no ha esperado a ser candidato para empezar a desgranar algunas de las líneas de su programa, que estará bastante escorado a la derecha, con una subida del impuesto sobre la renta para reducir las cargas patronales y una "revolución" de la indemnización por desempleo que condicionará a que los parados hagan formaciones.

Además, Sarkozy se opone al matrimonio homosexual, a la eutanasia y al voto para los inmigrantes legales en las elecciones locales.

"Su estrategia pasa por conquistar el electorado del Frente Nacional", explica Bonnet, que ve en esa medida "un intento de que las elecciones no sean un referéndum sobre Sarkozy sino un duelo entre la izquierda y la derecha".

Porque el presidente parte de una situación muy complicada. "Hollande le supera en todos los indicadores, incluso en el de carisma, en el que Sarkozy le ganaba siempre", señala.

El mitin del candidato socialista en Le Bourget el pasado día 26 supuso un cambio en su imagen, según el especialista, quien considera que ahora "los franceses le ven más creíble para gestionar los temas que más les interesan, que son los relacionados con la crisis económica".

En ese contexto, el único caladero de sufragios que le queda a Sarkozy es el de la ultraderechista Marine Le Pen, a quien los sondeos dan más de un 15 % de intención de voto.

La apuesta ya le sirvió a Sarkozy hace cinco años, cuando logró que el 60 % de los votantes del Frente Nacional (FN) en la primera vuelta le dieran su apoyo en la segunda.

"Los sondeos actuales indican que hoy sólo un tercio del electorado del FN está dispuesto a apoyar a Sarkozy", agrega Bonnet.

El presidente puede hundirse más en los sondeos si el electorado percibe que se escora demasiado.

"Los votantes de centroderecha pueden considerar que el mejor situado para ganar a la izquierda es el centrista François Bayrou", tercero en las pasadas presidenciales con casi un 20 % de los votos y al que ahora los sondeos colocan cuarto con un 15 %, indica.

En cualquier caso, Sarkozy tiene ante sí la difícil tarea de remontar unos sondeos muy negativos, con una tasa de popularidad muy baja y una crisis económica muy compleja.

La situación recuerda a la que vivió en 1981 Valéry Giscard d''Estaing, hasta ahora el último presidente que concurrió a la reelección con todo el poder en sus manos (la presidencia y el Gobierno) y el único que perdió tras la Segunda Guerra Mundial.

Pero la historia electoral francesa también recoge algunas remontadas, como la de Jacques Chirac frente a Edouard Balladour en 1995, cuando en febrero dio la vuelta a los sondeos y acabó imponiéndose como candidato conservador, que finalmente batió al socialista Lionel Jospin.