Ante la escalada de la violencia en Siria y el fracaso de la anterior misión de observadores, la Liga Árabe acordó ayer dar un paso más y pedir la formación de una fuerza de paz conjunta con Naciones Unidas. Los jefes de la diplomacia árabe decidieron solicitar una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para crear una misión integrada por miembros de ese organismo y de la Liga Árabe, que compruebe sobre el terreno el alto el fuego en Siria.

Con esta decisión, adoptada en una reunión extraordinaria en El Cairo (Egipto), concluye también la anterior misión de observadores árabes, cuyo trabajo fue suspendido el pasado 28 de enero por el deterioro de la situación en Siria y cuyo jefe, el general sudanés Ahmed Mustafa al Dabi, dimitió ayer.

La Liga Árabe siempre había defendido la búsqueda de una solución árabe al conflicto sirio y tomó desde el principio la iniciativa con sanciones y pasos como presentar ante el Consejo de Seguridad un plan para Siria, que estipulaba la salida del poder del presidente, Bachar al Asad.

Después de que Rusia y China vetaran una resolución de apoyo al citado plan, las propuestas para salvar este bloqueo se han intensificado. En este sentido, los ministros de Exteriores árabes decidieron celebrar una conferencia internacional de "Amigos de Siria" en Túnez el próximo 24 de febrero.

Antes de esa conferencia, la Liga Árabe mantendrá un "diálogo serio" con la oposición siria, con la que convino "abrir canales de comunicación". Sin expresar su reconocimiento explícito al Consejo Nacional Sirio (CNS), que agrupa a la mayoría de la oposición en el exilio, la organización se comprometió a "facilitar todas las formas de apoyo político y financiero" a los opositores sirios.

Tras conocerse la resolución, Ahmad Ramadán, miembro de la ejecutiva del CNS, se mostró satisfecho con la misma y aseguró que esperan ser reconocidos como representantes legítimos del pueblo sirio en los próximos días.

"El reconocimiento del CNS es solo cuestión de tiempo y hemos encontrado señales fuertes para ello en la reunión", dijo a EFE Ramadán, que se encuentra en El Cairo.

La organización panárabe también acordó aumentar la presión contra Damasco con la suspensión de "todas las formas de colaboración diplomática con los representantes del régimen sirio en los distintos países, entidades y conferencias internacionales".

Otra de las medidas adoptadas pasa por intensificar la aplicación de las sanciones económicas y la suspensión de los tratos comerciales, excluyendo los que afectan directamente a los ciudadanos.

Según el texto, la Liga Árabe se comprometió a facilitar que las organizaciones internacionales humanitarias puedan atender al pueblo sirio, así como a organizar campañas para donaciones populares. En su línea, el organismo exigió el cese de la violencia y la retirada del Ejército sirio de las ciudades, aunque en esta ocasión fue más lejos al pedir que se criminalice a los autores de los crímenes.

La violencia y la represión del régimen de Bachar al Asad ha causado la muerte de más de 5.000 personas desde el inicio de la revuelta el pasado marzo, según la ONU, aunque los opositores elevan esa cifra a más de 7.000.

La resolución fue rechazada de plano y de inmediato por Siria a través de su representante ante la Liga, Yusef Ahmed, quien acusó a algunos de los miembros de "hostilidad", en especial Catar y Arabia Saudí, y de financiar a los grupos terroristas que actúan en el país. Yusef aseguró que la resolución "refleja de modo escandaloso el secuestro de las decisiones árabes y la falsedad de la voluntad árabe conjunta".