Tras dejarse en Pamplona buena parte de sus opciones de reeditar el título de Liga, el Barcelona regresa al escenario de la Liga de Campeones con un único objetivo: defender con éxito el cetro europeo conquistado la temporada pasada ante el Manchester United.

Enfrente tendrá al Bayer Leverkusen, primer escollo de los tres que deberá superar el conjunto azulgrana para asomarse a una nueva final, la que esta vez tendrá como escenario el Allianz Arena de Múnich.

Pep Guardiola sabe que su equipo está a solo siete partidos de coronarse de nuevo rey de Europa y el pasado sábado, ante Osasuna, envió un claro mensaje: una vez clasificados para la final de Copa, el torneo doméstico es ahora mismo una quimera y la Champions la auténtica meta. Por eso, el técnico azulgrana reservó en Liga a su centro del campo titular. Ante Osasuna, Xavi, tocado; Sergio Busquets, aún recuperándose de una profunda herida en la rodilla, e Iniesta, falto de ritmo tras superar su enésima lesión muscular, no jugaron ni un minuto, y Cesc salió para disputar los últimos 20 minutos, pensando precisamente en Leverkusen.

Sin Villa, Afellay y Fontás, lesionados de larga duración, ni Keita, con Mali en la Copa de África, Guardiola solo tiene dieciséis jugadores del primer equipo disponibles para hoy.