Las dificultades de la actividad agraria en Canarias son aún más evidentes si la misma se ciñe al mercado interior, fuera de los focos de los grandes cultivos de exportación que acaparan el grueso de las ayudas autorizadas por la Unión Europea. En ese contexto ejerce una defensa del producto local la Asociación Canaria Independiente de Pequeños y Medianos Agricultores y Ganaderos (Acipmaga), con una década en activo. "Cuando empezamos, el mercado interior era el gran olvidado; lamentablemente, sigue abandonado", admite su presidente, Gabriel Dorta, que señala como principal enemigo la falta de controles a una producción foránea que muchas veces compite ilícitamente con la local: "Pedimos que los controles sean estrictos y que la mercancía de fuera se venda con una etiqueta que así lo aclare. El Gobierno canario debería hacer un seguimiento de ello".

Acipmaga está compuesta por en torno a 120 agricultores dedicados principalmente a verduras, hortalizas y papas, una producción que hace una década cubría el 80% de las necesidades de consumo local y ahora solo el 50%, apunta Dorta. En parte, dice, el aumento de la población ha impulsado las importaciones, pero esto también se debe al "fraude" que acometen algunos agentes del mercado. "En cuanto llega el producto de fuera al punto de venta ya es canario. Y no solo eso, sino que también cobra el Poseican -programa europeo de ayuda a las producciones agrarias y ganaderas de las Islas-. El fraude está en las empresas importadoras y en los distribuidores, que deberían cambiar la etiqueta del producto. Es lo que habría que perseguir. Si en un supermercado se pone pimiento de Almería y al lado de Canarias, que se distingan con etiquetas y que la gente escoja. No tenemos problema con si el nuestro es más caro".

Además, el titular de Acipmaga advierte de que la laxitud de los controles fronterizos, que dependen de la Administración estatal, también "favorece" el fraude en la misma descripción del género procedente de la Península. "El 80% de la mercancía que entra ni siquiera es de allí. La reetiquetan y la envían. Pedimos controles más estrictos, pero como son otros los que nos cuidan la puerta, el muelle es un coladero. Por esto, en los últimos 20 años han entrado casi 100 plagas en el Archipiélago. ¿Aquí hace falta importar tomate? Pues en 2007 entraron cuatro millones de kilos, lo cual se debe a la diferencia de precios con el producto local", recuerda.

La falta de una renta digna es, en muchos casos, lo que frena la incorporación de mano de obra al campo, una opción que emergió en los primeros compases de la crisis de la construcción. "La actividad se abandona porque no es rentable. Estamos con unos precios de hace 20 años, cuando nuestros insumos han subido un 300% o más. Estamos con las rentas muy ajustadas, a la espera de un golpe de suerte que haga coincidir una buena cosecha con un buen precio", advierte Dorta, que apunta a una distorsión del importe del cultivo desde que sale de manos del productor y hasta que llega al distribuidor final: "Las calabazas las hemos vendido a entre 35 y 40 céntimos, y luego en algunos supermercados las hemos visto a 2,60".

El presidente de Acipmaga reconoce que las fincas abandonadas en las Islas "son muchas", pero avisa de que, además de profesionalidad de quien pretende regresar al campo, falta capacidad financiera para poner en marcha una actividad agrícola. "Para entrar en el sector y que resulte rentable, la inversión que hay que hacer no es pequeña. Pero el problema no es plantar, sino vender. Si lo hacemos muy barato no conseguimos nada", insiste.

También es necesaria una planificación de los cultivos, algo que recalcan mucho los empresarios del sector. Acipmaga, cuyos socios realizan la mayoría de sus ventas en Mercatenerife, informa a estos de lo que hay en cada momento en el mercado, pero sin decidir qué debe producir casa agricultor. Además, la asociación cuenta con una sociedad de transformación agraria que le permite suministrar a clientes con necesidades importantes. Es por ese camino por el que Dorta detecta mayores posibilidades para la agricultura en Canarias: "Si el turismo cubriera el 40% de sus necesidades con productos locales, estaríamos encantados, casi nadando en oro".

Además de sus críticas a la picaresca que, a su juicio, rodea el Posei, el titular de Acipmaga está en contra de que se obligue a establecer una organización de productores de frutas y hortalizas (OPFH) para cobrar las ayudas de ese programa: "Están bien para exportar, pero no para vender aquí. Debería haber un mayor reparto de las subvenciones".