PARA saber si lo que los alcaldes en el Norte de Tenerife cobran es mucho, poco, ajustado o, simplemente, irrisorio, como algún alcalde de la isla se atrevió a decir en el año 2011, hemos decidido tomar de referencia el sueldo bruto anual del presidente del Gobierno de España (78.185 euros), del Gobierno de Canarias (70.792), del Cabildo de Tenerife (76.631 euros) y de la capital de la provincia de Santa Cruz de Tenerife (68.500 euros).

El alcalde que menos cobra es el de Buenavista (25.900 euros), para una población de menos de seis mil personas.

Para idéntica población, le siguen los máximos dirigentes de El Tanque y Garachico (entre 38.000 y 41.000 euros).

En algunos consistorios, como La Orotava, Puerto de la Cruz y Tacoronte, sus alcaldes no reciben retribución por este puesto, aunque sí de otra índole. En este caso, pondremos lo percibido por sus segundos. Así, los mandatarios de los municipios del Puerto de la Cruz, La Guancha, San Juan de la Rambla, Los Silos, Tacoronte, Icod de los Vinos y La Orotava son el tercer grupo en salario (entre 45.000 y 53.000 euros). De los mismos, La Guancha, San Juan de la Rambla y Los Silos no llegan a seis mil habitantes.

En cuarto lugar se hallan los presidentes de las corporaciones de El Sauzal, La Victoria de Acentejo, Santa Úrsula, La Matanza de Acentejo (entre 58.000 y 62.000 euros); ninguno de estos lugares alcanza las quince mil personas.

Por último, y en lo más alto de la pirámide del norte de Tenerife, se encuentra el presidente de la corporación de Los Realejos (66.848 euros), que recibe una cantidad similar a la de su homólogo de la capital santacrucera. En este último caso, no deja de ser paradójico que Los Realejos, con 5.719 personas en paro, tenga, en enero de 2012, el mayor número de desempleados del norte de la isla.

Nosotros proponemos desde aquí una ley que unifique las retribuciones salariales de todos los alcaldes y concejales. Creemos que ello evitaría la controversia que suscita este asunto entre el público en general. De otro modo, como ocurre ahora, cada alcalde se asignará el sueldo que cree que debe ganar según su propia valoración personal, y ratificado por el pleno que él mismo dirige.