Hoy no podía dar crédito a las noticias difundidas por los medios de comunicación: ¡el juez Garzón había sido condenado por autorizar las escuchas en el caso Gürtel!

No soy juez ni abogado, sino una simple ciudadana de un Estado que creía democrático y desconozco los tecnicismos jurídicos, pero siempre he creído que quien podía ordenar unas escuchas (bajo ciertas garantías, por supuesto) era el juez, y en este caso había indicios reales de blanqueo de dinero / evasión de capitales por los inculpados de esa trama que estaban encarcelados, y aunque el abogado Peláez decía sentirse vigilado en la cárcel cuando hablaba con sus clientes, como si viviese en un estado policial, pienso que era el deber del juez conocer esas conversaciones para evitar más desvío de fondos públicos.

Si en este caso de las escuchas en el caso Gürtel han inhabilitado al juez, ¿qué harán en el caso del juicio contra los crímenes del franquismo? ¿Lo crucificarán?

Se nos dice que nadie puede estar por encima de la ley, ni el juez, y estoy de acuerdo aunque a la vista de las últimas sentencias parece que los delincuentes, criminales y dictadores si lo están.

Es el mundo al revés en una democracia. A partir de ahora los jueces se lo penasrán muchísimo antes de atreverse a sentar en el banquillo a los criminales por temor a que la condena recaiga sobre ellos.

Desgraciadamente, cuando la justicia está al servicio del poder reinante se corre el peligro de volver a un régimen totalitario que muchos están añorando en este país, donde los delincuentes son absueltos y los jueces que cumplen con su trabajo son denunciados por grupos de extrema derecha y condenados.

Estamos en el punto de mira de la prensa internacional y está claro que con esta clase de sentencia en contra del único juez que se ha atrevido a llevar a juicio a un dictador, los comentarios son que el juez Garzón molesta a la derecha más rancia y que se lo quieren quitar de encima. Como siempre, los grandes perdedores seremos el pueblo y la democracia en España.

A.C.M.

Sobre el concepto de justicia

Una queridísima amiga, cuya identidad resguardo, habla normalmente de "vergüenza ajena", un concepto con el que personalmente me meto arguyendo que la vergüenza es un sentimiento propio y que la responsabilidad ajena no existe -si no, véase la responsabilidad propia, que no ajena, de la infanta Cristina-. Sin embargo, debo reconocer que pese a discordar en terminología, entiendo perfectamente lo que quiere decir. Algo parecido he sentido en estos últimos días cuando he visto a un gran número de conciudadanos tomando la calle para que no fuera condenado un dizque juez corrupto, extorsionador y abridor de causas bélicas y de heridas ya cerradas hace más de setenta años. Que el pueblo se eche a la calle para coadyuvar a la libertad de un sujeto semejante demuestra, desde mi humilde punto de vista, la escasísima capacidad de separar ideología de justicia que tiene la sociedad española, así como su exiguo sentido democrático. Sí, algo así debe de ser la vergüenza ajena.

Alejandro Esteban Escuder

(Madrid)

No estamos solos

No es bueno que el hombre esté solo -dice la Escritura al principio-; caminar por la vida sin alguien que nos acompañe debe ser triste. No es fácil hacerse entender entre los humanos, porque con frecuencia se impone nuestra razón a la de los demás. El Señor consuela siempre sin palabras. Hay tantos desconsolados muy cerca de nosotros que una palabra a tiempo puede levantar el ánimo. El 20 de febrero tendremos en la parroquia de Fátima, de esta capital, la festividad de los pastorcitos Jacinta y Francisco, a la que están citados todos los miembros de nuestro apostolado en la diócesis. La Santísima Virgen nos reclama. Amor significa amar.

Ildefonso Armas