Me llevé la gratísima impresión nada más entrar en el gastrobar. Además de un estilo cuidadosamente "desenfadado" de interior, decoración y mobiliario, a primera vista salta el gancho cromático desde esa cocina a la vista: la serie de macetas en la que "refulgen" plantas aromáticas que el joven chef Omar Bedía usa para afinar matices en sus especialidades.

Como muestra, a las primeras de cambio, ese carpaccio de bacalao skrei con chicharrón de bacalao. Una propuesta muy a lo Berasategui -estética del emplatado, impecable- y de resultado gustativo espléndido, sobre todo cuando el pescado se atempera y pierde el frío inicial; es cuando imprime todo su registro marino. El aporte crujiente en boca no puede ser más afortunado, con ese chicharrón perfectamente "interpretado".

Antes de seguir, una apreciación que me parece de justicia: en este ilusionante proyecto de Bedía, junto a las hermanas Virginia y Ana Triano (servicio en sala), confluyen dos aspectos principales, que se combinan en una mixtura muy interesante. Por una parte, el talento indudable de este cocinero, al que se le adivina una evolución basada en trabajo y sucesivo autodescubrimiento de sus dotes para conjugar con finura productos de mercado y temporada.

Por otra, la indudable escuela dejada en él por el chef David Toscano, un estilo del que quedó impregnado cuando ejercía de segundo con el cocinero de Lago Maggiore.

Precisamente el recurso de la pizarra, esta de dimensiones (tamaño y contenido de la carta), anuncia al comensal qué sugerencia tiene como alternativa ese día. Si me encantó, como dije, el carpaccio, un arroz amarillo meloso de lapa constata que el jefe de cocina -al que ayuda su hermana, Montserrat Bedía- tiene dominio de recetas que en otros casos podrían convertirse en un estropicio. Este plato lo tiene todo: es envolvente, meloso como dice el enunciado; quizá a la lapa se le podía "pedir más" esencia.

Vinos por copas, en su mayoría tinerfeños, y también referencias que el cliente puede elegir dependiendo de la elección culinaria, auguran un buen rato de mesa y mantel. El pan, hecho en la casa, es, permítanme, "un pecado". La carne de cabra confitada y requesón de cabra y miel de poleo termina por sublimar un género cárnico a veces poco comprendido y de elaboraciones tan encorsetadas.

La peculiaridad de la carrillada de cerdo cocinada a baja temperatura en miel de monte y Lomo Bermejo, con espuma de yogur de cabra no hizo más que certificar lo ya descrito. La línea notable de lo salado se mantuvo firme en el dulce con un cremoso de chocolate de pimienta palmera con coulís de piña herreña confitada y salsa de yogur ecológico de El Hierro. Soberbio equilibrio sápido. (Avda. Inmaculada Concepción, nº 58, El Sauzal. Mi-sab, de 13-16 h. Dom., 13-17 horas; 922 56 05 82).