El Tenerife se apunta a la épica. Mala costumbre, incluso en el mejor de los casos, como el de ayer. Volvió a ganar en el minuto 90, como sucedió hace dos semanas. Contra el Albacete se lo trabajó solo; ayer tuvo un "aliado" ocasional: el árbitro Raúl Chavet García, que rompió el equilibrio que apuntaba a un cero a cero más o menos justo por los méritos de ambos equipos y convirtió los últimos 10 minutos en un caos del que el Tenerife sacó el gran botín, los tres puntos. De igual manera pudo haberse quedado sin nada, porque ante un arbitraje así, el que gana debe sentirse más afortunado que beneficiado. De hecho, antes de los favores finales, el sujeto anuló un gol legal a Aridane (63'') y perdonó la expulsión del central Álex Pérez.

Hay que empezar por el final, para desanudar las claves del ya inesperado triunfo. La lesión de Kitoko, que había dejado a su equipo con 10 en el 75'', vino a enturbiar aún más un complicado partido, en el que el Tenerife, que nunca se sintió cómodo, se había visto forzado a aceptar un ida y vuelta peligroso ante un rival con muy buen manejo de balón en el medio. Desde ese momento hasta el 97, el encuentro se convirtió en un desbarajuste. Ya no hubo juego, sino incidencias provocadas por las decisiones del aludido personaje, cada una más disparatada y errónea que la anterior. El Tenerife nunca desafió la heroica en inferioridad, pero sintió verdaderos deseos de ir a buscarla cuando el colegiado echó a Tarantino a nueve minutos del final -por protestar absurdamente una jugada en la que el lateral falló la ocasión más clara del equipo local- y dejó a 11 contra 9 en el campo. La expulsión y la sensación de desamparo del equipo puso al Estadio en pie de guerra. Mucho más después de la expulsión del técnico García Tébar, que discutió largamente la decisión del árbitro y terminó de encender a la gente. La escena, con el árbitro pidiendo a la Policía que sacara al entrenador del campo, fue gasolina para el fuego que ya había en el ambiente. El Heliodoro apretó tanto que los nueve que quedaban se armaron de fe; Tacón, que ya estaba de lateral, puso un centro al área y sonó el silbato otra vez. Chavet García, o su mala conciencia por todo lo anterior, vio penalty en un agarrón tibio de Redah a Aridane. Luismi Loro hizo el gol con el tiempo cumplido. Éxtasis total.

Los siete minutos de añadido fueron bochornosos, con agresiones a su espalda, con balones cayendo al terreno para interrumpir el juego, con la roja a Razak en el banquillo, y con un gol anulado al Getafe, anotado por Álex Pérez en el 95, por un supuesto fuera de juego que nadie vio... La pérdida general de papeles desembocó en dos rojas más, a Hugo y Samuel. Total, una vergüenza de arbitraje, que ahora parece anécdota porque ganó el Tenerife...

El otro partido.- El Tenerife nunca estuvo cómodo, salió a jugar a una cosa, fútbol de movilidad y combinación con jugadores de buena técnica y de habilidad, quitando referencias a la defensa rival con Perona como falso ariete, y a los 5 minutos tuvo que cambiarlo todo, porque el punta se lesionó. La entrada de Kiko dio otros parámetros al juego, el Tenerife se vio necesitado de llevar la pelota a las bandas para centrarle a Kiko y no encontró la manera. Mucha culpa de todo la tuvo un notable Getafe que jugó 4-1-4-1y los tres del medio, tres muy buenos peloteros, Dani García, Tello y Provencio, se hicieron con el eje del juego, crearon superioridad frente a Marcos y Kitoko (porque Luismi se quedó aislado cerca de Kiko Ratón) y sacaron de ritmo al Tenerife.

Apretaron los madrileños.- El Getafe apretó mucho en esa zona y tuvo la intención de combinar siempre, de aguantar la bola para imponer las condiciones en que debía jugarse. El Tenerife no se descompuso (en otro tiempo reciente hubiera sido superado), y aguantó el envite, sin crear ocasiones, pero sin regalar ni un metro. Al equipo local le faltó posesión, porque su verdadero déficit está en el centro del campo, pero también se le evidenció como muy notable la ausencia de Raúl Llorente, por lo que aprieta, por lo que empuja, por la amplitud que le da al juego de ataque.

En todo el primer tiempo y en la media hora "sana" de la continuación, el partido fue entrecortado porque el Getafe hizo mucha faltas. Tébar empezó a buscar la manera de acercar a su equipo al gol, que solo había paladeado Kiko en el 55 con un gran disparo que puso a prueba al meta Tomeu ¡por primera vez! El técnico puso a Aridane y quitó a Marcos para que Luismi cayera a la zona de creación. Es un problema: si lo retrasas tiene salida, pero te quedas sin último pase; si juega más adelantado, no hay quien le lleve el balón en condiciones... La sábana de Solari en solo 30 metros de campo. Luego metió a Tacón para mejorar los centros laterales y aprovechar la estatura de Kiko y Aridane en el área, pero ahora la dificultad era acercarse arriba en inferioridad numérica.

Total, que el partido estaba condenado al empate, con el Getafe incluso más entero. Y en eso desenfundó Raúl Chevet. Pero el tiro le salió por la culata.