La antigua ermita de San Miguel, en su parte trasera y al aire libre, cuenta con cuatro enterramientos de alto valor histórico al remontarse a los primeros años de la ciudad de La Laguna, que han sido olvidados por el Ayuntamiento de La Laguna al no ser excavados como se prometió hace años, y lo peor es que están cubiertos por basura en lugar de haber sido protegidos con planchas de hierro como se propuso en su día.

En junio harán tres años que el hecho fue denunciado por este periódico, pero nadie actuó, aunque era difícil la obtención del documento gráfico, al estar la zona vallada por las obras del nuevo Juzgado. Hace poco, por la visita que se hizo al citado Palacio de Justicia, se pudieron obtener imágenes de los enterramientos, encima de los cuales está la tierra removida ligeramente, y aparecen plásticos, botellas, piedras antiguas de muros y trozos de bloques, junto a residuos de basura.

El problema de estos enterramientos es que se localizan en un reducido espacio donde están los cimientos de la primitiva edificación religiosa, que, con las obras de excavación que llevaron a cabo para la construcción del nuevo edificio del Juzgado, se hallan al borde de un talud y podrían desplazarse con unas lluvias abundantes o ceder más la tierra con motivo del hundimiento de la cimentación del antiguo Mercado Municipal.

El arqueólogo Francisco Javier de la Rosa Arrocha informó de que en el pasado se hizo una excavación de un quinto enterramiento que existió, aunque no hubo mucha suerte, ya que solo apareció el cadáver de un varón adulto, un esqueleto sin fragmentos de ropa ni objetos que pudieran identificarlo, como sucediera en las iglesias de San Benito o La Concepción.

Los cuatro enterramientos que permanecen en el olvido en la trasera de la ermita de San Miguel y al aire libre, según Francisco de la Rosa, son de gran importancia porque se encuentran en una ermita que data de los primeros años de la conquista, exactamente de 1506, cuando fue edificada.

Con la demolición del Mercado Municipal, se ha hablado mucho de proteger la ermita por su alto valor histórico y arquitectónico y por ser un Bien de Interés Cultural. Sin embargo, la realidad es bien diferente. Recientemente fue denunciado el lamentable estado que presentaba la ermita, con trozos de enfoscado de su fachada que se habían caído y deterioro de la pintura de sus huecos de carpintería, como la puerta principal y defectos en la cubierta de tejas. Nada más salir la noticia, el Ayuntamiento de La Laguna procedió a arreglar la ermita, pintarla y adecuarla convenientemente, aunque nadie hasta ahora se haya pronunciado sobre el futuro de los enterramientos, como ha indicado en varias ocasiones el arqueólogo lagunero Francisco de la Rosa.

Antes de que se ejecutaran las obras, se dijo que el problema que se podría presentar al demoler el Mercado Municipal es que la tierra se derrumbara y cayeran al abismo los enterramientos, perdiéndose datos de interés, o que a los constructores se les ocurriera tirar escombros. Lo primero no sucedió, para bien de la historia y del patrimonio de La Laguna, pero lo segundo sí, ya que encima de los enterramientos aparecen bastante fragmento de bloques.

Lo más curioso de esta historia es que existe un proyecto para llevar a cabo la excavación de los cuatro enterramientos que quedan, contemplándose el dejarlos al descubierto tapados con cristales como lugar de visita, y colocados en el lugar paneles informativos sobre los orígenes de la ciudad, ya que no hay que olvidar que la ermita de San Miguel es de las primeras de La Laguna y en ella el Cabildo celebró varias sesiones. Pero es uno de los proyectos más que se han quedado, al menos por ahora, en el olvido.

Sobre la ermita de San Miguel se puede afirmar, según los historiadores, que debió terminarse con rapidez, pues se sabe que desde octubre de 1507, con cierta frecuencia, el Cabildo celebraba sesiones en dicho templo.

En su día se propuso que las rutas turísticas partieran de este lugar por estar ante una de las construcciones más antiguas de la ciudad, la cual fue fundada por el primer Adelantado de Canarias, Alonso Fernández de Lugo, quien era gran devoto del arcángel San Miguel.

Los documentos históricos aluden a que el Adelantado pensó en su momento en dedicar la ermita a panteón suyo y de su propia familia, pero la idea nunca se llevó a cabo. En 1574 se reedificó la ermita de San Miguel en el mismo lugar que ocupa, avanzando hacia la plaza.