La migración celular es una parte básica del desarrollo y función de todos los organismos y, por tanto, también tiene un papel importante en la formación de las metástasis tumorales.

Esa migración celular se acelera cuando intervienen en el proceso una serie de proteínas específicas (denominadas HDAC6 y GRK2), que han sido estudiadas por un equipo de investigadores del Centro de Biología Molecular "Severo Ochoa" (Universidad Autónoma de Madrid) y del Instituto de Investigación Sanitaria La Princesa.

El estudio, realizado por los doctores Federico Mayor Menéndez, Vanesa Lafarga, y Petronila Penela, y publicado en la revista The EMBO Journal, explica por qué y en qué circunstancias la capacidad migratoria de determinados tipos de células aumenta rápidamente, una información que puede ser muy útil para el diseño de estrategias terapéuticas.

Las células de nuestro cuerpo se mueven (migran) de unas localizaciones a otras para constituir los distintos órganos durante el desarrollo, para dar una respuesta inmunológica en procesos inflamatorios, en procesos de cicatrización tras una herida, etc; son movimientos que ocurren de manera habitual en nuestro organismo.

Pero la migración también se da en situaciones patológicas: cuando las células (frecuentemente las epiteliales) se desgajan del tumor y viajan por el sistema linfático o el torrente sanguíneo para colonizar otros lugares, es el proceso que llamamos metástasis.

Para migrar, las células cuentan con una serie de proteínas que están en su membrana y que actúan como "antenas" receptoras que captan las señales del exterior, explica Mayor Menéndez.

"Cuando hay inflamación o heridas o, cuando en condiciones patológicas hay exceso de señales de crecimiento o migración, estas antenas reciben señales y dan la orden a la célula para que cambie de forma, modifique su esqueleto -citoesqueleto-, y se mueva", agrega el investigador.

Para que el citoesqueleto cambie de forma, unas proteínas que hay en su interior, llamadas "microtúbulos", sufren modificaciones químicas.

En concreto, la contribución a la movilidad de la tubulina -principal componente de los microtúbulos- depende de que tengan más o menos grupos acetilo, lo que, a su vez, depende de unas enzimas que los quitan (deacetilasas) o los ponen (acetilasas).

La investigación se ha centrado en la deacetilasa HDAC6 y en la quinasa GRK2, dos proteínas que favorecen y aceleran la movilidad de las células epiteliales, explica Mayor Menéndez.

Los miembros del laboratorio han comprobado que cuando llegan señales migratorias a las células estas dos proteínas se trasladan al frente de avance de las células, interaccionan entre sí y se activan más, estimulando el movimiento celular.

Por tanto, la investigación sugiere que el uso combinado de inhibidores de estas dos proteínas, permitiría bloquear más eficazmente la migración de células tumorales, una línea de investigación que podría ser muy interesante para el diseño de nuevos fármacos para tratar ciertos tipos de cáncer, como el de mama.