Los yemeníes se volcaron ayer en las urnas para acabar con las tres décadas de poder del aún presidente, Ali Abdalá Saleh, en una jornada electoral empañada por los disturbios protagonizados por los separatistas sureños.

Los comicios presidenciales, a los que concurría como único candidato el vicepresidente y jefe de Estado en funciones Abdo Rabo Mansur Hadi, discurrieron con tranquilidad y alta participación en la mayor parte del país, menos en las ciudades meridionales en las que los separatistas lanzaron varios ataques violentos y llamaron al boicot.

La Comisión Superior Electoral, que organiza los comicios, señaló que la normalidad imperó en 292 circunscripciones electorales, del total de 301, y que las informaciones preliminares indican que la participación fue "más que excelente".

Por su parte, el enviado especial de la ONU para Yemen, Yamal Bin Omar, quien supervisó la preparación del acuerdo para el traspaso de poder en ese país, destacó que el proceso electoral fue en general bien porque "el pueblo siempre deseó un traspaso pacífico de poder".

"Este es un día histórico que evita al Yemen el riesgo de entrar en guerras civiles y abre perspectivas para un nuevo futuro de amplia participación política", subrayó Ben Omar en una rueda de prensa en Saná.

Estas elecciones se celebraron de acuerdo al plan de transición auspiciado por el Consejo de Cooperación del Golfo.