CUANDO se inicia el año 1965 en nuestra provincia, el parque automovilístico había cerrado el ejercicio anterior con la matrícula TF-30291, resultado de la suma de las 3.506 nuevas unidades que se incorporaron. La plaza estaba ya muy bien suministrada de cualquier tipo y marca de vehículos e imperaban entre estas algunas sólidamente arraigadas en los usuarios, por lo que introducir una nueva para competir entre ellas era una ardua tarea solo reservada a los más experimentados y buenos comerciantes conocedores del mercado automovilístico insular.

Así es como llegamos a 1965, anualidad en que en nuestra ciudad queda constituida una sociedad denominada Italcar, S.A., nombre en clara alusión a que sus fotingos provenían todos de Italia. El primer domicilio es el de la calle Diego Crosa y será ahí donde se comienzan a vender los automóviles Autobianchi. Esta marca italiana es originaria de la Bianchi (1905-1938) y su matriz, la Fiat, había reiniciado la fabricación de los mismos en 1955, para experimentar sobre ellos la novedosa tracción delantera. De este modo, el riesgo de introducir una nueva marca y nueva tecnología duplicó el reto que se le presentó al empresario Isidro Molina Tudela, pero los amplios conocimientos del señor Molina Tudela, ya que pertenecía a una familia de prestigiosos empresarios del mundo del motor local, lo ayudaron a no amedrentarse lo más mínimo.

Don Isidro Molina formaba parte del accionariado, conjuntamente repartido con una compañía italiana del mismo nombre, sita en Aosta, zona de Piamonte, lugar desde donde llegarán a Santa Cruz los primeros Autobianchi. Por entonces, la fábrica contaba en catálogo con el modelo Bianchina, que en sus cuatro versiones, o sea, cuatro plazas, "giardineira", panorámica y cabriolet, se matricularían en nuestra provincia, partiendo del precio básico de 55.000 pesetas para el más económico. El éxito no se hizo esperar mucho, y ante la necesidad de disponer de mejores y más amplios locales, Italcar se traslada a la calle Goya, nº 2, sede desde donde se continúa con una muy admirada labor de importaciones y ventas de vehículos. No tarda tampoco en añadírseles productos complementarios del sector, como fueron las cubiertas Ceac.

En 1960, Autobianchi presentó el modelo Primula, primer modelo en incorporar la tracción delantera, que resultó ser un éxito, el mismo que logró repetir con su ya característico buen acierto el caballero Molina Tudela. Años más tarde, Italcar amplía su oferta comercial con los Fiat Vignale, difícil labor al tratarse de fotingos muy especiales, pero, a pesar de todos esos obstáculos, más de un ejemplar de esta marca fue importado, encontrando rápidamente comprador.

Ninguna marca ni modelo que estuviera en la onda de la casa matriz Fiat, como eran los Zastaba, los Polski Fiat o Siata, dejaron de ser importados por iniciativa del señor Molina Tudela. Las dos ruedas tampoco estuvieron ausentes de la actividad empresarial, ya que las famosas Laverda o las minimotos Graciela ocuparon un lugar destacado en el salón de exposición de Italcar. El último domicilio social es el de la calle Horacio Nelson, nº 21, y aunque en la actualidad ya no figura en su fachada el anuncio de Italcar, esta sigue en activo.

La foto que ilustra el artículo de esta semana en EL DÍA pertenece a la colección privada de Javier Molina Ríos y corresponde al primer domicilio, o sea, el de la calle Diego Crosa.

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