"Cuando todos empecemos a pensar en la persona que tenemos al lado, y no en nuestro ombligo, la cosa puede cambiar". La reflexión anterior no la firma el portavoz de un sindicato, ni siquiera una asociación de empresarios. La frase es de David Bustamante, cantante que anoche estuvo en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife Adán Martín para participar en la gala de los Premios Cadena Dial 2011: "Hay que intentar que este país tire para arriba sin robarnos los unos a los otros", señala el artista nacido en la localidad cántabra de San Vicente de la Barquera.

Cuando echa la mirada atrás y analiza los cambios que ha experimentado entre los discos "Bustamante" y "Mío, ¿qué es lo que se le pasa por la cabeza?

Pues que ha habido mucho trabajo, mucha preparación y técnica y un montón de vivencias. Yo he madurado a la vez como hombre y como artista porque cuando empecé era un niño de diecinueve años y hoy estoy a puntito de cumplir los 30. Diez años de carrera, más de setecientos conciertos, dos millones de discos vendidos... Me han pasado muchas cosas y todas buenas. He intentado ser siempre una esponja para absorber vivencias de todas las personas que han estado cerca de mí en este tiempo. Todo eso no sé si te hace ser mejor, pero sí más sabio. Estoy contento con el paso del tiempo porque siento que yo he ido creciendo con él: estoy casado, tengo una hija, en la música me va bien... No tengo motivos para quejarme de la vida que llevo.

Vender casi dos millones de discos en las actuales circunstancias es casi milagroso, ¿no?

Sí, pero yo vendí casi un millón de copias solo con el primero. Con los otros seis vino el resto, es decir, la crisis nos afecta a todos. Ahora que se habla tanto de la reforma laboral, que los ciudadanos están por la labor de salir a la calle, que la cosa está realmente jodida, las personas que consumen música se tienen que dar cuenta de que esta industria genera muchos empleos que se están perdiendo a gran velocidad. Veinticinco personas que se encontraban trabajando a mi lado el año pasado se han quedado en el paro, y eso es muy duro porque no acabamos de entender que ha llegado el momento de arrimar el hombro. Hay que intentar que este país tire para arriba sin robarnos los unos a los otros. Que los empresarios no sean unos explotadores y que los trabajadores sean trabajadores. Las dos partes tienen que cumplir con su cometido y deben ir de frente; sin trampas.

Muchos de sus compañeros piensan que las televisiones no están apostando por la música todo lo debían. ¿Tiene usted esa misma impresión?

Sí que nos tienen olvidados o, por lo menos, no se está prestando la atención necesaria para hacer visible el trabajo que realizan los compañeros. Las televisiones han abandonado a los músicos de este país a su suerte.

¿Frente a esa posible oscuridad publicitaria lo único que queda es el directo?

Sí, y además eso es un privilegio "impirateable" porque el que quiere ver a Bustamante o a Pitingo -el músico onubense está atendiendo a un periodista a unos metros del lugar en el que permanece sentado David Bustamante- tiene que ir a un teatro, a una plaza de toros o a un campo de fútbol. Eso, al final, es lo que nos está salvando y lo que nos permite comer.

¿Ese trabajo en vivo es necesario para permanecer en primera línea?

Sí, pero que el público te elija no depende tanto del número de conciertos que puedas llegar a dar en un año, sino de lo identificado que se sienta con el trabajo que haces. Estar mucho sobre un escenario es positivo, pero lo que mantiene a un artista es el cariño de sus seguidores.

¿Y esa dosis de cariño de la que usted habla, en su caso, goza de buena salud?

Yo siento que sí... Tengo la impresión de que estoy arropado por un público que no ha dejado de regalarme muestras de cariño. La pasada semana estuve en Santa Cruz, hoy (por el día de ayer) he vuelto y lo que más me preguntan los fans es cuándo voy a regresar... Ahora tengo programados treinta conciertos en teatros, una gira en invierno y otra en la temporada de verano. Cuando empecé en esto solo girabas en el verano. Ahora, en cambio, hay que aprovechar el directo porque las oportunidades no sobran.

¿El directo es vida?

Todo lo que se hace antes de aparecer ante el público para ofrecer un concierto, componer y grabar un disco, es una excusa para plantarse en un escenario y sentir ese calor. El aplauso y las reacciones de las personas que acuden a oír tus canciones es lo que engancha y la razón por la que me hice cantante. Por eso muchos artistas no se retiran, sino que los tienen que retirar porque ellos solos son incapaces de irse. Una vez te has acostumbrado a la fama es muy difícil renunciar a ella. No sabes por qué, pero te agarras a ella con todas tus fuerzas para que nadie te la quite.

El artista siempre está sometido a la crítica de los medios y de los seguidores y tiene que vivir con ello, pero usted en breve tendrá que juzgar las ilusiones de unos aspirantes a artistas en un concurso televisivo: ¿Tiene claro el perfil de jurado que será?

Todos nos van a comparar con el jurado más conocido y mediático que ha existido en un programa de televisión en los últimos años, pero yo conozco bien a Risto y sé que es una gran persona. Lo que pasa es que él forma parte de un jurado que se mueve dentro de un ámbito que viene definido como un espectáculo. Un espectáculo televisivo, pero espectáculo... Yo no me considero un jurado. Soy un artista y, por lo tanto, nadie puede esperar que trate a un aspirante a artista sin cariño. Tengo claro que voy a ser un punto de conexión entre unos grandes artistas como Ana Torroja, Miguel Bosé o Sergio Dalma y el concursante, pero creo que tengo una ligera ventaja sobre ellos porque yo sí estuve en el lugar en el que ahora van a estar los aspirantes a cantantes.

¿Cree en la rentabilidad artísticas de esos concursos televisivos, que es posible descubrir talentos ocultos, que todos parten con las mismas condiciones...?

Si nos quejamos de que en España no hay huecos para exhibir todo el talento que no acaba de explotar, no puedo ser crítico con un espacio que precisamente está diseñado para dar oportunidades. Todo va a depender de los artistas y de las personas que conecten con ellos porque, antes de empezar, la experiencia ya es muy positiva en el sentido que genera un ambiente familiar entre las personas que se propongan seguir el concurso. El que no consiga ser el número uno, el que no tenga una carrera larga o el que acabe renunciando a esta profesión en favor de otra, lo que va a tener siempre es la experiencia de haber formado parte de un proyecto en el que, cómo mínimo, vas a aprender a estar expuesto a un público y a la crítica.

Muchos tienen la sensación de que solo David Bisbal y usted se han hecho un hueco en el club de los elegidos tras participar en la primera edición de "Operación Triunfo". ¿Eso es así?

Todos, a nivel general y en diferentes niveles, han conseguido algo haciendo teatro, musicales, dando conciertos... El primer "OT" fue una cosa brutal que nos sobrepasó a todos y no es bueno fijar un termómetro en función de lo que pasó hace más de diez años porque los tiempos, las audiencias y las intenciones de las personas que ahora hacen televisión son distintas. Es imposible saber si algún día habrá un fenómeno similar al de "Operación Triunfo" porque entonces se juntaron un montón de factores que hoy no existen. Los concursantes no fuimos los únicos responsables de aquel éxito, sino que hubo más. El pelotazo que dimos entonces no se volverá a ver más en televisión porque aquello fue un concurso en estado puro en el que participaron dieciséis chavales que no tenían ningún contacto con la industria de la música.

En "Mío", su último disco, decidió cambiar de registro. ¿Está satisfecho con el resultado?

A los treinta años tus gustos no son los mismos que los de un chico de veinte y es normal buscar nuevos caminos y sensaciones distintas. Ya he cantado mucho latino durante diez años, pero ahora me apetecía dar este paso hacia un terreno más cercano al rock. Seguramente, en el futuro entraré en otros espacios porque yo amo la música en todas sus formas y no puedo entender la facilidad con la que te colocan una etiqueta. Por mucho que te escondas en unos registros, si tu voz es personal y clásica como la mía, no vas a conseguir nunca disfrazarla. La magia de todo esto reside en la capacidad para reinventarse. La música es tan amplia que yo lo único que hago es intentar renovar a diario mi compromiso con mis seguidores. Es como una relación de amor en la que siempre estás obligado a sorprender a tu pareja para que siga enamorada de ti.