Con el mejor humor y desenfado, recorrieron las calles más céntricas de la ciudad turística auténticos jardines botánicos, Barbies, vehículos varios, súper heroínas, obreros, gitanas, enfermeras, animales y hasta guaguas, además de mobiliario vario, alzados a más de 10 centímetros del suelo.

Con una medida mínima de ocho centímetros, centenares de participantes corrieron por las empedradas calles de Puerto de la Cruz en la XVIII Edición del Maratón Masculino Mascarita Ponte Tacón, que congregó a más de 32.000 curiosos y aficionados en una nueva edición con récord de participantes; 351.

Los participantes y público hicieron frente a las bajas temperaturas con un increíble alarde de originalidad y sobre dimensionados tacones que los llevaban a alzarse, en algunos casos, más de 25 centímetros del suelo, altura a la que no todos y todas están acostumbrados a caminar con el humor del que hicieron gala y que protagonizó el maratón masculino.

A las 20:30 horas comenzaba la inscripción de los participantes en la plaza del Charco para la XVIII Maratón Masculina de Mascarita Ponte Tacón, y que se congregaban en una larga cola para luego comenzar con las medidas de los tacones que, tal y como marcan las normas, deben tener una medida mínima de ocho centímetros, mientras que la máxima no tiene límites, fijándose hasta donde las piernas y tobillos de cada participante puedan aguantar, y que son con los que deben recorrer las calles de la ciudad turística.

Se cumplían las diez de la noche y sonaba la señal de salida. Los 702 tacones que participaban en esta decimoctava edición partían de la plaza del Charco haciendo frente, como si de una manada se tratara, a los adoquines y diferentes obstáculos colocados durante el duro y largo recorrido como mejor pudieran o sus trajes y tacones les permitieran.

Los curiosos comenzaban a gritar y a aplaudir animando a los corredores ataviados con disfraces de lo más curiosos, sorprendentes e inimaginables, aunque pocos cruzarían la línea de meta tal y como comenzaron; nada más y nada menos que enteros.

En la mayoría de los casos, y como si de un Fórmula Uno se tratase, algunos casi derrapaban en las curvas y hasta se subían a los badenes para ahorrar milésimas de segundo, vaso en mano y con cara de susto, al no creerse que siguieran en pie, aunque también los hay que disfrutan del paseo y del calor del respetable colocados en los laterales del recorrido.

Los participantes debían completar el habitual recorrido desde la plaza del Charco, pasando por la calle Santo Domingo, llegar al Paseo de San Telmo, calle Santo Domingo y calle La Marina.

La meta estaba cada vez más cerca, y no todos llegarían enteros. Al menos algunas obras dignas de auténticos ingenieros aeronáuticos con tacones, sujetos con cinta americana o simple cinta adhesiva y algún que otro bote de pegamento que no dio el resultado esperado ni soportó lo comprometido del duro camino se pudieron ver ayer.