"En este país se está sobreexplotando la imagen de la música porque se ha generado un producto de consumo rápido que en ocasiones no tiene nada que ver con la profesión de músico". Así de rotundo se expresa un cantautor que lleva viviendo de las letras que escribe más de doce años. Antonio Orozco (1972) pasó esta semana de puntillas por Tenerife -asistió a la gala anual de los Premios Dial- antes de regresar a México para retomar su exitosa gira mundial: "Todos los creadores necesitamos que nuestras obras rompan el anonimato", argumenta el autor de "Diez", su sexto trabajo discográfico con el que está repasando una trayectoria profesional que se activó con la publicación de "Un reloj y una vela".

¿Esperaba llegar a este punto de su carrera musical en una posición tan privilegiada?

Para mí la música es algo que está vivo y que con el paso del tiempo va tomando distintas formas. Cada día me levanto con la sensación de que aún no sé nada y, por lo tanto, me siento obligado a aprender una cosa nueva. Lo más divertido de esta profesión es aprender a dejarte llevar por la música.

¿La capacidad para sorprender se merma con el paso de los años o perfecciona con las experiencias acumuladas?

El deseo de mejorar está dentro de mí y, a partir de ese espíritu, lo que no me puedo permitir es estar peor que el año pasado. La espera que se abre entre disco y disco genera mucha complicidad entre el músico y su público: ambos siempre quieren ver algo más. Honestamente, yo no escribo canciones para cantarlas en un cuarto de baño y que se queden ahí. Escribo canciones para que la gente las sienta y yo pueda vivir de ellas.

¿Cómo se vive ese tránsito entre el taller de creación y la canción que escucha su público?

Los pintores, escritores, compositores... Todos los que tienen que dar forma a algo que va a quedar expuesto al público suelen ser perfeccionistas, pero siempre hay un momento en el que tienes que parar y presentar tu trabajo. Todos los creadores necesitamos que nuestras obras rompan el anonimato. El artista vive permanentemente en el desfiladero, pero en este país eres un privilegiado si te puedes dedicar a lo que más te gusta. Vivir de la música está difícil porque los sentimientos no te dan de comer.

Esta semana ha viajado a Tenerife para recibir un galardón y, de nuevo, regresó a México para seguir con gira mundial. ¿No se queja de cómo le van las cosas?

Estoy viviendo algo que no pasó ni en mis mejores sueños... Esto es de locos -catorce países se incluyen en su gira internacional- porque la cosa ahí fuera no está bien y el pastel no es demasiado grande. Hay un trocito para todo el mundo, pero no demasiado grande... En este país se está sobreexplotando la música porque se ha generado un producto de consumo rápido que en ocasiones no tiene nada que ver con la profesión de músico

Muchos creen que, además de la ausencia de un modelo musical definido, el problema de los artistas tiene que ver con la poca presencia que le están dando en las televisiones.

Sí, pero eso se va a solucionar en cuanto pongan en marcha dos o tres "realities" más que estén orientados a la búsqueda de nuevos artistas.

¿Sí, pero los artistas consagrados están contentos con la cuota de pantalla que están teniendo?

Sí, pero eso es lo que hay. Vivimos en un país donde hay televisiones que dedican siete horas diarias de cotilleos y otros chafardeos y donde la cultura pinta muy poco. Personalmente, y puedo estar equivocado, creo que en casi todas las parrillas faltan contenidos culturales y sobra morbo y picaresca. Lo que ocurre es que los "rating" no son engañosos y, por lo tanto, si esos programas tienen éxito es porque hay un público que consume ese modelo televisivo. Lo que no vale es quejarse de ausencia de criterios culturales y aceptar sin condiciones unos contenidos que son rentables a las cadenas que los emiten.

¿Qué es lo que busca cuando se propone mostrar los caminos en los que van a circular sus nuevas canciones?

A mí me gusta crear una metáfora entre la música y la mujer que más te atrae del mundo... Ambas tienen un poder de seducción tremendo y son capaces de llevar a un hombre a una situación sin control. Una canción puede crear infinidad de sensaciones, pero el clímax llega justo cuando las compartes. Ahí es donde está el sentido, lo orgásmico que habita en el proceso de creación. La entrega de esa letra a unas personas es lo que te va a decir si ha valido la pena crear ese tema. En ese punto no sirve de nada que el autor se haya emocionado moldeando algo que no es capaz de emocionar a las personas que tienen que sentir algo parecido a las vivencias que percibistes cuando solo existía una hoja con unas frases.

¿Tiene la sensación de que hoy el éxito fácil se cotiza mejor que una carrera que se ha ido construyendo paso a paso?

Vivir de la música no es diferente a otra profesión porque en muchas ocasiones existen dificultades compartidas. Obviamente, uno puede elegir el camino más rápido y rezar para que lo bueno se alargue en el tiempo o buscar un camino que es más lento, pero más seguro. Hay que aprender a vivir al margen de todo lo que ocurre a tu alrededor porque, en ocasiones, hay mucha porquería. Lo más complicado es ser honesto con tu trabajo y dignificar lo que haces porque nadie lo va a hacer por ti. Yo solo escribo canciones. Todo lo que tengo a mi alrededor no me interesa. Es lo que he decidido y que quiero transmitir a mi hijo. Yo no sé si soy bueno o no, pero tengo claro que dentro de unos años no quiero que él me pregunte: ¿Papá, por qué hiciste esto y no lo otro? Esto es muy sencillo. Se trata de una relación entre dos en la que uno da algo a cambio de algo. En ese sentido, tengo una relación de respeto con todos los medios porque ellos siempre me han respetado. Nunca he querido vender otra cosa que no sea mi música y no me ha ido mal.