Desde fuera parece más pequeño, pero el Palmétum hace honor a los 120.000 metros cuadrados que oficialmente ocupa. El problema es que la inmensa mayoría de santacruceros, vecinos del resto de la Isla y turistas no han podido comprobarlo "in situ" porque el parque con el mayor número de palmeras de Europa permanece cerrado totalmente desde el año 2000, tras crearse en 1995 con fondos locales y de la UE, y sufrir también largos periodos de clausura.

El nuevo gobierno local es consciente de la situación y, según señala a EL DÍA, estudia cuál es la mejor fórmula para su gestión, si mediante una concesión administrativa y, por tanto, la privatización, si con una empresa mixta u otras alternativas. Otro problema, sin embargo, es que, en junio de 2007, el consistorio ya aprobó un protocolo para constituir una entidad de capital público (la Fundación Canaria del Jardín Botánico del Palmétum, asesorada por la Universidad de La Laguna) con el fin de abrir el recinto al público, para lo que se trabajaría con el resto de administraciones y la Autoridad Portuaria.

Es más, el por entonces director general de Calidad Ambiental del Gobierno regional, exedil y actual asesor del alcalde, José Alberto Díaz Estébanez, barruntaba un año antes, en julio de 2006, que, seis meses después, estaría todo acabado y preparado para su apertura.

En este tiempo, el proyecto, surgido para reconvertir el famoso vertedero del Lazareto en un ejemplo de parque vegetal con flora de múltiples zonas del planeta, ha recibido partidas de fondos tan dispares como el Europeo de Desarrollo Regional (por 568.089 euros en 2005 y 113.617 en 2006) o del Plan E en 2009.

Desde el año 2000, el Palmétum se conserva con unas partidas y un personal mínimos, aunque, según le consta a EL DÍA por recientes testigos presenciales, no se mantiene del todo mal. De hecho, la parte vegetal demuestra estar bien mimada y trabajada en general, con la salvedad de algunas partes de mayor descuido, con gran presencia de telas de araña de considerable tamaño y acopio de hojas caídas o plantas sin poda adecuada.

No obstante, la densa, variada y, en múltiples zonas, espectacular dotación verde contrasta para bien con otras áreas mucho más abandonadas, como un lago de gran tamaño totalmente seco y con residuos o dependencias sin terminar y con claras muestras de desidia. De hecho, se apila mucho material y alguna caseta de construcción en varias zonas, así como tuberías de diverso tamaño, depósitos de agua, maquinaria y leña. También destaca el vivero, en donde se acumulan macetas de dimensiones variadas vacías o con plantas que sí prueban un control bastante riguroso o, por lo menos, constante por parte del personal encargado.

El parque se encuentra vallado, pero no resulta muy difícil colarse, según dichos testigos. De hecho, hace días se pudo comprobar la presencia de dos personas que, sin características típicas de los "okupas", sí dormían placenteramente al mediodía en la parte más orientada hacia el Atlántico.

Por lo demás, el recinto se halla bastante limpio en sus paseos y resulta muy placentera la soledad de su clausura mientras se oye el canto de pájaros diversos, algunos de los cuales, como la alpispa, se posan y deambulan sin excesivo miedo ante testigos humanos. También sorprende la vista de algun ave blanquecina y de grandes dimensiones en alguno de los lagos con agua. Un líquido que, aunque con pruebas de encontrarse empozado desde hace tiempo, tampoco desprende excesivo mal olor ni provoca la presencia de plagas de mosquitos o insectos varios.

A través de diversos mapas y señales, los "visitantes" pueden ubicarse y saber cómo llegar o si se encuentran junto a espacios que recrean la botánica propia de zonas como Indochina, Madagascar, el Caribe..., siempre con especial protagonismo de las palmeras. Además, las áreas más tupidas de vegetación conviven con los miradores o zonas desde donde se divisan panorámicas espectaculares y con grandes contrastes de la ciudad: el recinto ferial, "torres gemelas", parque marítimo, auditorio, puerto, muelle de La Hondura, refinería... Todo un espectáculo, de momento, vetado para el común de los mortales (humanos, claro).