El duque de Palma, Iñaki Urdangarin, solo se ha responsabilizado ante el juez de la administración de la empresa Aizoon, que tenía a medias con su mujer, la infanta Cristina, y no de la gestión de resto de sociedades de la supuesta trama para desviar dinero público tejida con su exsocio Diego Torres.

Urdangarin ha contestado esta mañana a preguntas del juez del caso Palma Arena sobre su implicación en la pieza en la que se investiga el supuesto desvío de dinero público de organismos públicos al Instituto Nóos, una entidad sin ánimo de lucro que el duque presidió entre 2004 y 2006.

Según han informado fuentes jurídicas, se le han exhibido facturas de Aizoon y ha reconocido que él, como administrador de esta sociedad, se encargaba de su gestión, la cual ha defendido como correcta.

Una de estas facturas, de 600 euros, sirvió para pagar los gastos de una empleada de hogar a la ayudante personal de Urdangarin, lo que el duque de Palma ha justificado en que la necesitaba todo el tiempo posible y la única forma de conseguirlo era pagando una asistenta que cuidara a sus hijos y se encargara de su casa.

El juez ha centrado gran parte del tiempo del interrogatorio llevado a cabo entre el mediodía y la hora de comer en los correos incautados entre varios implicados en la trama, muchos de ellos del bufete Tejeiro, propiedad de Miquel Tejeiro, que era el contable de Nóos y cuñado del exsocio del duque.

Según han indicado las mismas fuentes, el duque de Palma ha dicho no saber nada de los correos y algunos letrados se han mostrado molestos por estas preguntas, ya que Urdangarin no era ni el emisario ni el receptor de ninguno de ellos.

Esta mañana también ha hablado del momento en que dejó el Instituto Nóos, en el año 2006, por recomendación de la Casa Real y ha dicho que se le impusieron dos condiciones: que dejara sus actividades profesionales con entidades públicas y que abandonara sus negocios con Diego Torres.

Urdangarin ha declarado esta mañana durante algo más de cuatro horas, después de que ayer compareciera ante el juez ocho horas y media.