EL EXALCALDE de Los Realejos don Domingo Luis Estrada ya tiene una calle que lleva su nombre en este municipio. Fue el primer alcalde de la unión de ambos Realejos; duró en el cargo más de doce años en la época franquista y fue designado por el gobernador de aquel entonces. La fusión se realizó en el año 1955.

Don Domingo, que fue maestro nacional en este su pueblo, tuvo que obedecer las órdenes de sus superiores y ponerse a trabajar para que el municipio mejorara. Carreteras, viviendas sociales, alumbrado eléctrico, escuelas, red de aguas, plazas, colegios y un largo etcétera que pudo lograr dadas las dificultades de ambos municipios y que, tras la unión y con la ayuda de los organismos de aquel entonces, fue logrando poco a poco.

Algunos no estaban de acuerdo con el nombramiento efectuado en su día, pero don Domingo, obediente a sus principios, asumió el compromiso y se puso a trabajar, teniendo como amigo al exministro de la gobernación, el palmero don Blas Pérez, con quien compartía una excelente amistad.

Se dice que gracias a las muestras de afecto de ambos el Santuario del Carmen se construyó y se mejoraron muchas cosas después de aquellos años de la posguerra, cuando los alcaldes no cobraban un solo duro y eran designados "a dedo" por la primera Autoridad Civil. Ya en el libro "Los Realejos por la senda de la historia más reciente" se recogen muchos comentarios del cambio que el Sr. Luis Estrada produjo desde que fue nombrado alcalde de la mencionada unión.

Ahora le ha llegado ya un poco tarde la hora del reconocimiento público con una calle que lleva su nombre, cuando los actos en vida tienen muchísimo más valor.

Esperemos que este gesto sirva para que algunos políticos se vayan dando cuenta de todas aquellas personas que a cambio de nada reciben su merecida recompensa, aunque sigo manteniendo la tesis de que los reconocimientos y homenajes se deben de realizar en vida.

Sus restos mortales descansan en el cementerio de San Francisco, como no podía ser de otra manera. Y creo que mientras estuvo en el cargo como alcalde se desvivió por cambiar el rumbo de este municipio.

Era un hombre de talante serio. Le gustaban las cosas bien hechas, y con quien esto escribe mantenía una gran amistad. De ahí que me entregara muchas fotografías, ya no solo de cuando se colocó la primera piedra del Santuario del Carmen, sino de distintos actos que se celebraban en este municipio, las visitas de los gobernadores de aquella época y el empeño de mejorar la villa recién estrenada.