LLEGAN noticias inquietantes de Venezuela; Chávez se muere. Algunos medios citan fuentes médicas y le dan un año de vida, aunque los últimos meses con muy mala calidad. Chávez no solo se aferra a la vida, lo que es legítimo y lógico, sino que se aferra al poder, lo cual es una tontería porque su caudillaje se morirá con su desaparición física. Venezuela ya se prepara para el cambio. Pero al margen de que los venezolanos decidirán su futuro sin Chávez, existen noticias muy alarmantes sobre la economía venezolana. El Banco Central solo tiene 5.586 millones de dólares. Lo ha reconocido hasta el propio caudillo antes de tomar el avión presidencial con destino a La Habana, donde está siendo intervenido de nuevo: "Las arcas del país están pobres", dijo el mandatario. No dijo que la deuda externa está en 130.000 millones de dólares.

Pero hay más datos preocupantes porque PDVSA, la empresa estatal del petróleo, no tiene control exacto de sus ingresos, ni sabe a dónde van a parar los miles de millones de dólares que Venezuela recauda por exportaciones de crudo. Hay un evidente descontrol financiero en un régimen en almoneda. Pronto empezarán a gritar lo de ¡sálvese quien pueda! y los dirigentes huirán en desbandada para evitar el castigo de los que, inevitablemente, tomarán el poder. Chávez ha dejado demasiados heridos en el camino. Los venezolanos de Miami, los del expolio, los que sacaron su dinero a tiempo y aún retiran, si pueden, el poco que queda, están preparados para poyar al nuevo régimen. Chávez no tiene capacidad para designar sucesor; y probablemente tampoco quiera hacerlo. A pesar de sus intentos, Venezuela no es Cuba y los esfuerzos para cubanizarla no han sido del todo recompensados. Para más INRI, el presidente del Banco Central, Nelson Morentes, se quejaba amargamente, en su último discurso, de que "solo" recibió de PDVSA 36.725 millones de dólares, es decir, el 41% del total de las divisas procedentes de las exportaciones de petróleo. ¿Dónde está el resto? ¿En Cuba quizá?

En los supermercados empiezan a escasear determinados alimentos, porque Venezuela lo importa casi todo. Las expropiaciones han sangrado la industria, no existen garantías jurídicas para los inversores, que ven como un caudillo puede esquilmarlos durante un programa de televisión. Chávez se cree, literalmente, que el país es suyo. Y esto empieza a cansar incluso a muchos de sus correligionarios. Los canarios de la diáspora no se quedan al margen de las locuretas de Chávez. Pregunten a los gomeros de Agroisleña, una empresa próspera que recibió los embates del caudillo y que ahora está en la ruina más absoluta, con desprecio de sus legítimos intereses en beneficio de nadie, pues fue expropiada sin piedad y sin derecho. Así estará Venezuela, al menos un año más.