Mi paisano Mingote, marqués de Daroca, en el diálogo de una pareja afirma que "el socialismo es una doctrina respetable por mucho que los socialistas (españoles) la conviertan en algo difícil". Respuesta de ella: "El dilema de siempre: o la política, o los políticos". (Lo que me recuerda el aforismo orteguiano: los políticos trabajan sobre la superficie; el político y el intelectual, en el subsuelo". Existe, además, una política escenificada, que ahora abunda, en la derecha y en la izquierda. Aunque han pasado los cien días del nuevo gobierno, hay signos o síntomas de una "escenificación", como un virus del que, pese a la buena voluntad, hay que pensar en vacunarse. Antes que operar. Y los ejemplos, sucintamente y sin hacer de ellos un dogma, pueden explicar el problema sobre el momento en que atraviesa España. Sin tocar fondo en la crisis económica y sin advertirse síntomas de regeneración ética y social.

Mientras que el Gobierno prepara una vuelta a la diáspora al País Vasco, Pachi López declara finiquitado el terrorismo y subvenciona para aprender euskera. Y las víctimas hablan de cobardía y algún comentarista de traición. La presidenta aragonesa Rudí solicita el equilibrio y solidaridad para salvar la deuda tributaria, a diferencia de las de otras comunidades autónomas. El ministro de Justicia aclara la postura sobre el aborto -cuestión del partido y del Tribunal Constitucional- y apela a los notarios para sancionar matrimonios civiles-contractuales y también divorcios con consentimiento sin que se haya modificado el Código Civil, la Ley del Notariado o la legislación sobre jurisdicción voluntaria (un flaco servicio a la institución del notariado y, sobre todo, al matrimonio-sacramento).

Promesa electoral de no subir los impuestos y aparecer pronto las del IBI e IRPF. Y acaso el IVA. O los que, en la izquierda, quisieran cambiar los acuerdos con la Santa Sede, y los que, en la derecha, quieren suprimir "lo cristiano".

Urgencias para cambiar los órganos colegiados básicos, especialmente afectados por las corruptelas o las tardanzas (Consejo General del Poder Judicial, Tribunal Constitucional, Tribunal de Cuentas, Consejo de RTVE). Dando lugar a que, como el caso de las tablas del monasterio de Villanueva de Sijena, compradas por la Generalitat catalana, hayan tardado más de 14 años en resolverse por el TC, antes de su renovación, y con un ponente de Cataluña. Apela al tardofranquismo sindical para justificar acciones antisindicales, como si Redondo o Camacho hubieran nacido en la Transición.

El PP -se ha escrito- cierra la ayuda de CiU a las reformas estructurales -apoyo mutuo presupuestario- y se sigue lanzando el pacto fiscal. (El defensor del recurso frente al Estatuto de Cataluña ya está de embajador en Londres).

Libertad para elegir centros. Se atribuye ahora a Guerra haber sido promotor de centros concertados. Desconcierto sobre la derogación, modificación del aborto. Opiniones sobre los "matrimonios" homosexuales.

Informaciones sobre la crisis económica, ajustadas o no a baremos económicos, sin que las urgencias de los cerca de seis millones de parados, y un 46% de paro juvenil, solo se hayan podido llevar unas migajas -20 anuales- de formación profesional desde las empresas, contratos de aprendizaje, o fórmulas de legislación de educación y empleo; o que, fortaleciendo la formación profesional de tercer grado, se facilitará el acceso a una universidad en crisis.

No sabemos bien sobre la escenificación en materia de reformas financieras. Pero sí cabe pensar que en no pocos casos de decisiones políticas, unas veces por silencio y otras por su descoordinación de caer en una política escenificada, más acá o más allá del "rollazo" para algunos políticos, se pueda caer en lo que Ortega llamaba una "falta de claridad", que en el fondo implica una injusticia. El Congreso de Sevilla también tuvo su escenario triunfal.

Pasados los primeros cien días de gobierno, cada tema podría ser objeto, en un sentido u otro, de un editorial. Y quizá en algún chiste de Mingote.