Una generación perdida de científicos, un despilfarro de dinero público, un frenazo a la actividad investigadora... Los directores de los principales institutos de investigación de la Universidad de La Laguna (ULL) coinciden en que los recortes presupuestarios -pasados y futuros: se prevé una caída de 600 millones de euros en las partidas para I+D en los presupuestos generales del Estado- y el incumplimiento del compromiso de financiación de la segunda fase del proyecto Campus de Excelencia Internacional suponen un serio revés para el progreso científico de las Islas, además de un claro riesgo de "fuga de cerebros", un fenómeno que ya parece estar produciéndose. "Puedo darle nombre y apellidos", responde Basilio Valladares, director del Instituto de Enfermedades Tropicales, cuando se le pregunta si su centro se está viendo afectado por la marcha de jóvenes investigadores hacia otras latitudes donde encuentran posibilidades de trabajar y mejores condiciones para hacerlo. "Está ocurriendo y, de hecho, siempre ha ocurrido: en el instituto hay ejemplos de investigadores excelentes que se van si no encuentran una oportunidad".

Para Manuel Norte, que dirige el Instituto Universitario de Bio-Orgánica Antonio González, la fuga de cerebros "ya es una realidad" y, además, empieza a ser más bien una "fuga de profesionales" de todo tipo. "Existe un alto número de personas que terminaron aquí sus tesis doctorales, se fueron al extranjero con contratos de becarios, no han podido regresar y se han quedado trabajando en laboratorios de Alemania y otros países". Así describe una situación que, al igual que Valladares, advierte que lleva produciéndose "desde hace ya bastante tiempo", pero que el previsible recorte de recursos no hará sino agravar.

La docencia es lo primero

Cuando busca las causas de este problema, Norte no solo apunta hacia los gobiernos -central o regional-, sino también hacia las propias universidades, que "no toman la iniciativa de tener profesorado dentro de sus cuadros justificado en su mayor parte por la investigación. Nuestra presencia aquí se justifica exclusivamente por la docencia, y la investigación parece casi voluntaria", se lamenta.

En cuanto a la cobertura de plazas vacantes en la ULL, el director del Instituto Antonio González asegura que "ninguna de las jubilaciones que se ha producido durante los últimos quince años en el departamento de Química Orgánica se ha cubierto de forma correspondiente; todas han sido mediante contratos del programa Ramón y Cajal que llevaban implícita una cierta estabilización".

"Varias generaciones de científicos van a quedar frenadas", augura Rafael Alonso Solís, director del Instituto Universitario de Tecnologías Biomédicas. El problema será doble: habrá una generación de investigadores "que no van a acabar de aparecer", debido al esperable declive de vocaciones en este campo, mientras que los que ya se han formado, con su correspondiente salida al exterior para completar sus estudios, "van a quedarse en el paro un tiempo considerable".

Cuando se habla de fuga de cerebros, aclara Alonso Solís, en ocasiones se olvida que "casi no ha habido una incorporación de cerebros" tras la culminación de su formación en otros países. Quienes sí lo han hecho, pronostica el investigador, "ahora van a tener que emigrar".

Muy cauto a la hora de pronunciarse sobre acontecimientos que aún no se han producido, como la merma presupuestaria para el ejercicio actual en el Estado, Basilio Valladares sí es tajante cuando se refiere a la decisión del Ejecutivo central de cancelar el préstamo para que las universidades desarrollen proyectos adicionales vinculados a Campus de Excelencia Internacional, que en el caso de las universidades de La Laguna y Las Palmas supone prescindir de más de cuatro millones de euros con los que ya contaban. "Es una irresponsabilidad y un palo muy importante", sentencia.

Según el director del Instituto de Enfermedades Tropicales, "las cosas no pueden dejarse a medio camino". "Tenemos programados proyectos y acciones de muchísimo esfuerzo. Si nos dan la primera parte y luego nos quitan la segunda, es como si nos quitaran también la primera", aduce el científico. Los programas que el Instituto había planificado para esta segunda fase del proyecto tenían mucho que ver con el continente africano, claves para las investigaciones de Valladares. "Es nuestro futuro", apostilla antes de reclamar que se busquen alternativas que permitan la continuidad de la iniciativa.

La retirada de la financiación acordada, los anteriores y los futuros recortes y la suspensión de becas y contratos llevan, según los investigadores, a un único destino. "Si no hay recursos para hacer investigación, pues no se hará. Si habíamos empezado un proceso de aproximación a la media de inversión de la Unión Europea y lo detenemos, seguiremos siendo un país dependiente tecnológicamente, un país de servicios, que innovará con ideas de otros y fabricará con patentes de otros", pronostica Manuel Norte.

Despilfarro y resignación

"Se está despilfarrando el dinero en formación. Se prepara a los niños desde que tienen tres años; hacen la Primaria, la Secundaria y el Bachillerato, entran en una carrera, se les da unas becas y hacen una tesis doctoral, se les envía fuera a aprender cosas nuevas, se les retorna y luego no hay posibilidad alguna de darles algo para que trabajen en aquello para lo que se han formado. Este esfuerzo económico no tiene sentido. Para eso es mejor no formarlos", argumenta, con amarga ironía, Basilio Valladares, director del Instituto de Enfermedades Tropicales. La ciencia requiere masa crítica, y en España no se cuenta con ella, pero no porque no se forme, sino porque luego se pierde, se lamenta.

Que el panorama sea más bien negro no es motivo, según Rafael Alonso Solís, director del Instituto de Tecnologías Biomédicas, motivo para la resignación. "La inversión en ciencia es la base para sobrevivir y es la clave en tiempos de crisis como éstos, aunque se esté haciendo justamente lo contrario", afirma. En este sentido, Alonso Solís critica que el discurso político, que aún se mantiene, sobre la necesidad de invertir en conocimiento "no tiene ninguna correspondencia con la realidad".