El pasado 13 de mayo, el pueblo de Los Cristianos fue testigo de un crimen atroz que estremeció a toda la sociedad canaria. El macabro suceso ocurrió alrededor de las 10:20 horas, cuando Deyan Valentinov Deyanov, de nacionalidad búlgara, entró en un amplio comercio chino ubicado en la parte baja del complejo Valdés Center y, tras coger un cuchillo de grandes dimensiones, mató y decapitó a una mujer británica de 60 años, elegida al azar.

Casi diez meses después del siniestro, especialistas apuntan a que el joven, que en el momento de los hechos tenía 28 años, padece una patología de desconexión de la realidad.

Deyan se encuentra en la actualidad internado en un centro psiquiátrico penitenciario en Sevilla, ya que la prisión Tenerife II no reunía las características adecuadas para este tipo de internos, según informó su abogado defensor, Francisco Beltrán Aroca, a este periódico.

"Este hombre era un peligro para sí mismo y para el resto de presos y funcionarios", declaró Beltrán. Asimismo, el letrado de oficio reconoció que Deyan se encontraba en pleno episodio agudo de delirio en el momento en el que llevó a cabo su brutal crimen y que está luchando para que se reconozca a su representado como "inimputable". "Deyan no gobernaba su mente ni su cuerpo, no se encontraba en sus plenas facultades y no comprendía lo que estaba haciendo", matizó Beltrán.

En este sentido, la especialista en Psicología Forense Lidia Quintana, con la que EL DÍA se puso en contacto, reconoció que Francisco Beltrán tiene razón al considerar que su representado no puede ser imputado ya que, a tenor de la información aportada por la psicóloga, Deyan presenta una patología que conlleva una desconexión de la realidad, "vive una realidad distinta", aclaró. Además, esta patología, considerada una de las más graves, viene acompañada de una serie de ideas delirantes, "el afectado cree que es perseguido, acosado y por eso tiene este comportamiento", esclareció.

Asimismo, la especialista explicó que existen dos factores que deben tenerse en cuenta para que una persona sea considerada inimputable; por un lado, la capacidad cognitiva, por ejemplo, cuando el acusado presente algún tipo de retraso mental; y, por otro, la capacidad volitiva, cuando la persona deje de ser consciente de lo que realiza y no sabe que lo que está haciendo no es lo correcto.

Quintana resaltó que en los últimos años ha aumentado la incidencia en la sociedad de patologías similares a las que padece Deyan debido, entre otras cosas, al actual ritmo de vida y a la predisposición genética. "Las personas cuando desconectan de la realidad y presentan ideas de tipo delirante, si no tienen un tratamiento específico e, incluso, consumen algún tipo de sustancia estupefaciente, pueden volver a repetir casos como éste", informó Lidia. Si bien, la especialista matizó que la sociedad no debe asustarse por un solo caso, ya que "hay muchas personas que están luchando por tener una vida normalizada y que, con la ayuda de sus seres queridos, están reaccionando bien a su tratamiento y están perfectamente integradas".

Cabe destacar que Deyan vivía en la indigencia, consumía alcohol con frecuencia y carecía de familiares que se preocuparan por su salud. Meses antes del brutal asesinato, el joven supuestamente ya había padecido un capítulo agudo de su patología, cuando gritaba que era un profeta de Dios, y fue detenido por la Policía Local del municipio de Arona, que lo trasladó hasta la Unidad de Psiquiatría del Hospital Nuestra Señora de la Candelaria, donde permaneció ingresado durante varios días y se le recetó medicación específica.