De la rehabilitación de El Toscal se ha venido hablando desde hace mucho tiempo, pero es ahora cuando el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife asegura que el Plan Especial del barrio se aprobará antes de que acabe el año.

Algunas de las líneas maestras de este plan recuerdan, sin embargo, otro anterior. Un documento elaborado por el abogado y urbanista Manuel Hidalgo que fue presentado por la Federación de Entidades de la Construcción (Fepeco) en 1995.

Bajo el título "Ideas para rehabilitar El Toscal", Hidalgo ya exponía que enlazar el barrio "con lo mejor de la ciudad no sólo es legítimo sino que es obligado si se observa la legalidad urbanística".

En este sentido, ponía en relieve la contradicción de que las calles que delimitan el barrio, como El Pilar o Villalba Hervás, "se encuentran altamente potenciadas", mientras que "las que contiene dentro han sufrido una paulatina degradación, de la que solo se salva, en conjunto, la calle de La Rosa".

Por ello, Hidalgo se planteaba (en 1995) que se acometieran proyectos "que a buen seguro evitarían la total ruina de la ciudad tradicional, máxime cuando su ejecución apenas supondría la disponibilidad de fondos públicos".

Como experiencia piloto el urbanista se planteaba una actuación en la calle San Francisco. "Consta de edificaciones que por lo menos en un cincuenta por ciento o bien se encuentran convertidas en solares, que se utilizan como vertederos de basura, o bien se hallan en estado ruinoso o son de una sola planta, con infrautilización del suelo", detalla el texto.

De todo ello, Hidalgo deducía la escasez de las personas que las habitan.

Para la rehabilitación de esta vía se proponía una operación conjunta de rehabilitación del sector en la que se le advertiría al propietario de la aplicación de la figura de "edificación forzosa". Esta figura aparece recogida en la Ley de Régimen de Suelo y Ordenación Urbana, que en su artículo 228 "establece la obligatoriedad de edificar o reedificar en el plazo de dos años, so pena de expropiación o reducción del 50 por cien de su valor, las fincas que se encuentren derruidas, ruinosas o inadecuadas".

Por esto, el abogado y urbanista presumía que ningún propietario "sensato" se negaría a ello, ya que supondría "salir de la actuación pasiva que viene observando en la actualidad, favorecida por la del ayuntamiento".

Hidalgo plantea que una vez que se inicie el proceso este propietario, "se apresurará a construir por sí y a integrarse en la operación conjunta de rehabilitación del sector" por temor a que se aplicara la legislación sobre edificabilidad forzosa.

Además, este sistema sería también más beneficioso para el constructor, que dispondría de más "flexibilidad económica para abordar la construcción" debido a que el dinero que habitualmente destina a adquirir el suelo lo podría destinar a "financiar la edificación".

"Una vez que los propietarios tomen conciencia de que la puesta en marcha de la operación les obliga a construir en breve plazo, so pena de perder aprovechamiento urbanístico, no es dudoso esperar que el 90 por 100 optará por ceder sus inmuebles para reedificar mediante contratos de aportación".

Así, una vez determinado "el número exacto de los inmuebles a reconstruir especificando los que están totalmente derruidos, los que sin estarlo se encuentran en ruina y los que por sus características de escaso volumen sean inadecuados" se elaboraría un censo de sus ocupantes.

Después se efectuaría "un estudio-cálculo de la edificabilidad de cada uno y de la que podría alcanzarse" con las obras.

El texto hace hincapié en que "la rehabilitación, la desaparición de focos de degradación ambiental, la reutilización de espacios urbanos obsoletos y la recalificación de muchas áreas urbanas" pueden conllevar que estas zonas degradadas vuelvan a ser focos de vida vecinal. Para ello se parte de la base de que muchas personas no quieren vivir en barrios en mal estado, según un texto de la Comisión de Expertos sobre Urbanismo.

El barrio de El Toscal (también llamado Los Toscales o Las Toscas) era una extensa zona de huertas, sementeras y baldíos que cubría todo el oeste y el norte del casco primitivo de la población, según la descripción del historiador Alejandro Cioranescu. Los trabajadores del puerto fueron invadiendo poco a poco estos terrenos y construyendo sus viviendas.

Hoy esta parte de la historia de Santa Cruz de Tenerife muestra un espacio degradado, que el Plan Especial intentará mejorar.