Cerca de un 40 por ciento de los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) padece problemas cardiovasculares, como hipertensión arterial, cardiopatía isquémica o insuficiencia cardíaca. El tabaquismo que es, en el 90 por ciento de los casos, el principal desencadenante de esta enfermedad respiratoria es un factor de riesgo cardiovascular.

"En un alto porcentaje de pacientes el nexo de unión entre la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y las dolencias cardiovasculares es el tabaco. En otras circunstancias, no existen factores de riesgo comunes y lo que subyace debajo es un proceso inflamatorio crónico", ha aclarado el doctor Pedro Betancor, especialista en Medicina Interna del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrin.

Este experto, que ha participado en la 17 Reunión Nacional de la Sociedad Española de Hipertensión - Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA), que se celebra estos días en Madrid, ha reconocido que, desde la entrada en vigor de la Ley Antitabaco en enero de 2011, "se ha observado una tendencia a la disminución del número de pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica y de la mortalidad por enfermedad respiratoria".

La EPOC representa en España la tercera causa de mortalidad en los varones y la quinta en las mujeres. Asimismo, las defunciones por esta enfermedad neumológica aumentarán en los próximos veinte años, convirtiéndose en la tercera causa mundial de muerte, a no ser que se reduzca el consumo de tabaco y la contaminación atmosférica, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica representa también una importante carga económica para los sistemas de salud de los países desarrollados. "La EPOC no es una dolencia en sí misma, sino un conjunto de enfermedades pulmonares crónicas que reducen el flujo de aire", ha precisado Betancor.

Sus síntomas pasan por tos crónica, respiración sibilante por falta de aire y aumento de mucosidad y expectoración. Además, y a medida que la enfermedad progresa, la sensación de fatiga aumenta y dificulta la realización de actividades cotidianas.