No hay ni un solo gesto que delate la trascendencia de su obra, pero habla con gula de su profesión. Ni siquiera parece estar incómodo al confesar que algunos de los rasgos que definen su obra fueron cincelados por el azar: "Algunos días tuve muchísima suerte y conseguí encontrar la foto perfecta", señala el estadounidense Stece McCurry (1950), el fotoperiodista que conmovió al mundo con el retrato de "La niña afgana". Una imagen que captó en un campamento de refugiados de Pakistán durante la guerra contra la invasión soviética de 1984: "Las historias humanas se explican mejor porque en el día a día nos preocupamos por cuestiones que son más livianas, pero al entrar en combate afloran los sentimientos imprescindibles: la vida o la muerte", reconoce un creador que no se inquieta al desvelar en público que "si pudiera dar marcha atrás a mi vida me hubiera gustado retratar con una cámara escenas de la Segunda Guerra Mundial o las Cruzadas", precisa un fotoperiodista que ha sido arrestado en doce países y acabó en una cárcel de Pakistán en dos ocasiones.

Steve McCurry está en Tenerife para inaugurar en el Espacio Cultural CajaCanarias una retrospectiva compuesta por 101 imágenes que estarán expuestas hasta el próximo 29 de junio: "Solo camino sin rumbo y saco fotos", puntualiza el propietario de un talento artístico que ha ocupado en múltiples ocasiones la portada y las páginas interiores de la revista National Geographic. "El éxito es una consecuencia del trabajo duro, la planificación y el riesgo, pero cada día me despierto sin planes y salgo a la calle a explorar. En mi profesión lo importante es la observación y, sobre todo, ser muy paciente", precisa un artista que tiene claro cuál es su abecedario fotográfico: "mi prioridad no es la composición, ni la luz. Mi prioridad es demostrar que estamos vivos en este mundo", devela un exreportero gráfico del The Daily Collegian de Pensilvania.

La India "cambió" su vida

Ganador, entre otros muchos premios, de la Medalla de Oro Robert Capa, McCurry afirma que "tener una cámara te hace ser más curioso y estar más atento con todo lo que te rodea". Esa curiosidad fue la que llevó a este estadounidense a viajar a la India. "He estado entre 80 y 90 veces allí, pero cuando dejé el periódico me marché a la India durante dos años y, a partir de ahí, mi vida dio un cambio", recuerda sus orígenes en el fotoperiodismo. En ese país, precisamente, se golpeó de frente con una imagen que le dejó huella: unos perros comían trozos de personas en los exteriores de un crematorio en el que se queman los cuerpos de las personas que han fallecido.

"La clave es el respeto e intentar que el fotografiado entienda tu trabajo", simplifica el autor, entre otras instantáneas, del retrato de la niña afgana de grandes ojos verdes. "Hay que tener una cierta sensibilidad a la hora de realizar el trabajo, pero la relación entre el fotógrafo y la persona que está siendo fotografiada tiene que ser de respeto... Yo busco las historias y me muevo dentro de ellas para mostrar mi mensaje", destaca un profesional que insiste en defender la idea de que "alguien puede pensar que a mi edad ya no queda pasión en mi interior, pero eso no es así. La vida es un regalo y lo único que tienes que hacer es aprovecharla", matiza un recolector de imágenes que desafía el tiempo en cada instantánea.

"Una vez estaba en el desierto y observé una caravana de camellos... Salí corriendo en su busca, dejé a mis guías tirados y la seguí durante dos horas y media. Luego tuve que recorrer otras dos horas y media para volver a la posición en la que estaba, pero ya tenía la fotografía. Estuve persiguiendo el paisaje perfecto hasta que apareció", descubre un genio que -en el recorrido por las salas del Espacio Cultural CajaCanarias- que pierde la voz al llegar a una imagen vertical de gran formato en la que el protagonista aparece remando en una especie de canoa: "Ésta me costó doce días", añade con unos destellos brillantes que ocupan su mirada. "A veces te cuestionas si estás bien mentalmente o has perdido la cabeza".

La imagen de Sharbat Gula -la joven afgana que Steve McCurry retrató en 1984 y que luego buscó junto a un compañero una década y media después- ocupa uno de los muros de una muestra que puede ser visitada de lunes a miércoles, de 11:00 a 13:00 horas y de 17:00 a 21:00 horas, los jueves y los viernes, de 11:00 a 13:00 y entre las 17:00 y las 20:00 horas, y los sábados, de 11:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 20:00 horas. "Me dio mucha alegría que siguiera viva, ya que eso era casi un milagro en un país devastado por la guerra... Lo que pasó es que yo buscaba a aquella joven sin darme cuenta de los años que habían pasado, aunque en cuanto la vi encontré una conexión entre los dos", explica McCurry.

El artista norteamericano, que hoy imparte a las 20:00 horas una conferencia en el Espacio Cultural CajaCanarias de la capital tinerfeña, se refugia en el factor suerte para explicar algunos hitos que han marcado su carrera profesional. "El día de los atentados de Nueva York estaba revisando mi correo cuando observé desde una ventana cómo atentaban contra la ciudad... Cogí mi material y salí en busca de imágenes", resume con naturalidad un genio que quedó atrapado por las imágenes desde el día en el que se propuso estudiar Cinematografía en la Universidad Estatal de Pensilvania.

"El miedo a lo desconocido es algo lógico, pero es fantástico que la gente viaje y vea el mundo en compañía de su cámara de fotos... El futuro del periodismo está en internet y muy próximo al fotoperiodismo, pero es normal recelar de algo que nos va a ofrecer muchas posibilidades", concluye.

conferencia

HOY, 20:00h