EL título del artículo de esta semana en EL DÍA está originado porque recientemente he oído llamar al fotingo arma. La verdad, me extrañó muchísimo que se emplee esa palabra para definir al automóvil y me acordé enseguida de Karl Benz (1844-1929), quien en 1866 solicita la primera patente para un artilugio de tres ruedas autopropulsado, naciendo de esta manera el automóvil, y creo que por su mente no pasó ni por un instante que lo que estaba construyendo era un arma de agresión y defensa. La función con que fue proyectado este primer vehículo fue la del transporte, y como tal sigue en nuestros días, debiendo, eso sí, concienciar a los usuarios y conductores que lo que llevan en sus manos es una máquina a semejanza de todas las demás que existen en el mundo y como tal deben ser manejadas con pericia y mucha prudencia, pero nunca serán un arma. Lo siento, pero esa nueva definición para citar a los vehículos que han sido, desafortunadamente, protagonistas de un accidente no me gusta nada.

Dicho esto, no vienen nada mal los dos relatos de accidentes ocurridos en nuestras carreteras en los años 1929 y 1930, en los que, a pesar de su aparatosidad, no se menciona para nada la palabra a la que hacíamos alusión al principio de este artículo y al que hemos "bautizado" con el nombre de punto de encuentro, porque sí que estos fotingos se encontraron y bien encontrados.

El primero de ellos se produce el día 18 de noviembre de 1929, exactamente a las ocho de la mañana. En ese momento circulaban dos tranvías procedentes de Tacoronte, marchando uno detrás del otro. En dirección contraria venía el camión Chevrolet TF-2608, el cual hizo una maniobra de desplazamiento para dejar paso a los tranvías, justo cuando desde el sentido inverso el fotingo Fiat TF-2493 adelantaba a los tranvías. De pronto, estos coches se ven los "morros" y el encontronazo fue de consideración. La peor parte se la llevó el menor de ellos, o sea, el Fiat, cuyos ocupantes resultaron heridos de consideración. Pasados los primeros momentos, se comprobó que los viajeros resultaron ser los señores Luis Zamorano Benítez, famoso tabaquero industrial de la isla; su hijo Luis Zamorano Tay y un caballero, Cayetano Zamorano, siendo su conductor el señor Antonio Ávila.

El segundo accidente es el acaecido el lunes día 10 de noviembre de 1930 en el kilómetro 20 de la llamada carretera del norte. Este nuevo "punto de encuentro" es al que nosotros llamamos entre pesos pesados del piche, ya que se trata de la guagua Studebaker TF-2596, con capacidad para veinticinco pasajeros, propiedad de la empresa "Exclusiva de Transporte", guiada en ese momento por el chófer Joaquín Hernández Brito, y el camión Ford TF-3563, propiedad de Esteban Rodríguez Santiago y conducido por Julián Domínguez, resultando ambos vehículos con serios desperfectos. Lo curioso de la noticia, publicada en "La Prensa" del día 15 de ese mismo mes, es que informa erróneamente de la matrícula del camión Ford, al insertar la de TF-3573, placa que corresponde a un elegantísimo Buick carrozado en sedán cuatro puertas propiedad de Cepsa, el cual había sido matriculado el día 6 de mayo de 1930.

La historia de todos los fotingos citados aquí no acaba con estos encontronazos, pues hemos podido comprobar que su vida activa se prolongó por muchos años más.

www.fotingosdecanarias.es.vg