Paulino Rivero tiene subvencionado a un diario de Las Palmas y a un vástago en Tenerife. Ambos diarios habrían dejado de publicarse sin ese dinero que el Gobierno presidido por este déspota político detrae de otras necesidades más perentorias para regalarlo a estas empresas ruinosas. Dinero que sale de los impuestos de los canarios y también de los que pagamos nosotros.

Uno de esos periódicos, el que se edita en Las Palmas, publicó ayer en su primera página que el torpe político que está acabando con estas Islas y con su partido nos ha denunciado al considerar que hemos invadido su honor. Jamás hemos criticado a Paulino Rivero como persona sino en su faceta política. Eso lo diremos en su momento ante un juez, si bien por experiencias pasadas, y pese a que seguimos confiando en una Justicia a la que siempre hemos respetado, imaginamos lo que nos espera.

"EL DÍA y José Rodríguez demandados por Rivero", publicaba ayer ese periódico rancio y canarión cuyo nombre no mencionamos porque está en nuestro libro de estilo citar al pecado pero no al pecador, salvo en el caso del propio Paulino Rivero al ser, además del presidente del Gobierno, el gran responsable de que la miseria arrase los hogares canarios. En la información destaca ese periódico, convertido en la voz de su amo a cambio de unos miserables denarios, que el déspota político costea de su propio bolsillo los gastos de la acción legal contra EL DÍA. ¿Paga también de su bolsillo los vuelos en los helicópteros de emergencias, al precio de 950 euros la hora? ¿Pagó en su momento lo que costó la mantilla, peineta y vestido de su señora esposa para asistir a un acto de la Armada española? De eso no habla el periódico lacayo. Como tampoco menciona la incongruencia de que un nacionalista se parta el culo -perdónenos el lector esta expresión, pero cuánta indignación estamos sintiendo ante tanta indignidad- por asistir a un acto del país que nos coloniza. Para mayor sarcasmo, en la misma página de la noticia de esa denuncia presidencial contra un medio de comunicación, celebrada igualmente por el pájaro tatarita de Las Palmas en su hediondo panfleto digital, se publica otra información de título muy sugerente: "El PIB de Canarias retrocede y ya es el quinto más bajo del país". "Los datos de la UE indican que las Islas pierden renta por habitante". ¿Quiénes son los culpables de esto? ¿Nosotros o el déspota político y su camarilla de secuaces?

Tampoco informa ese periódico amarillo y amarillista que dentro de pocos días, concretamente el día 20 de este mes, tendrá lugar un acto de conciliación en el Juzgado de Instrucción número 4 de Santa Cruz de Tenerife como consecuencia de la demanda presentada por José Rodríguez contra Paulino Rivero por intervenciones en el Parlamento de Canarias y en su Radio Autonómica (que debería llamarse Radio Rivero), en las que tachó al editor y director de EL DÍA de chantajista. Esas informaciones se silencian sistemáticamente porque no le convienen al que paga, y el que paga manda.

No olvidemos tampoco que la esposa de Paulino Rivero, doña Ángela Mena, fue aconsejada por EL DÍA, con palabras tan claras que no dudamos en llamarlas evangélicas, para que aclarara el asunto de México. Que conste que tanto ella como las otras personas involucradas pueden ser inocentes. Sin embargo, existe por parte de quien ocupa un cargo público la obligación de aclarar todas las dudas. En consecuencia, los papeles de Puebla requerían una explicación. Recordamos que no fue EL DÍA el primer medio de comunicación que publicó una información al respecto. Primero lo hicieron el portal de Internet Canarileaks y el diario Abc. Luego se sumó a ellos una emisora enemiga de esta casa y protectora de un delincuente de la palabra que se refugia en la Universidad de La Laguna. Contra ninguno de estos medios ha procedido judicialmente la señora Mena y sus allegados. Solo contra EL DÍA. ¿Por qué?, nos preguntamos una vez más. ¿Por exigir que se investigue a fondo este asunto, tanto judicial como policial y hasta diplomáticamente?

Es evidente que con estas acciones emprendidas contra EL DÍA Paulino Rivero intenta ocultar su necedad como político y también la de la caterva de inútiles que lo rodean. Hablamos de necedad -siempre en el aspecto político; nunca en el familiar- porque de necios es tratar de apagar el fuego que tiene Rivero a su alrededor, y que ha prendido él mismo por su ineptitud, acusando a un periódico que lo único que ha hecho es defender al pueblo canario y criticar a quienes lo están arruinando. Es decir, actúa Rivero matando al mensajero.

Nunca los índices de paro, de pobreza, de miseria, de hambre, de emigración y de desesperanza han sido tan pavorosos en estas Islas como lo son desde que gobierna esta calamidad política. Estamos ante un falso nacionalista que le toma el pelo al pueblo, aunque de forma más sibilina que Zapatero; el presidente de la metrópoli que lo embaucó con la mentira de las aguas canarias con el fin de conseguir que la quícara Oramas y el niñito Ríos le dieran su paupérrimo apoyo para aprobar los Presupuestos del Estado que nos coloniza. Por decir esto, por manifestar que nos quitaron la emisora de radio más meritoria de Canarias, nos llevan a los tribunales; emisora que estos días está renaciendo con otro ropaje, pero siempre para servir al pueblo, mal que le pese al necio y déspota gobernante y a su esposa, política goda, que nos la usurparon injustamente para hacer un reparto indecente, políticamente hablando, entre sus amigos y amiguetes compinches. Que nadie lo dude: llegaremos, si es preciso, hasta Estrasburgo para defender nuestra libertad de expresión. Como a Estrasburgo llegaremos si el Tribunal Constitucional no atiende la petición de amparo que hicimos de nuestra libertad de expresión, que siempre utilizamos y que respeta la Constitución, con motivo de la injusta e inconcebible reprobación del Parlamento autonómico. Estrasburgo. Para algo ha de servirnos ser indígenas, europeos, ultraperiféricos y africanos.

Henchidos de indignación y patriotismo exclamamos: abajo la tiranía que padecemos. Arriba la libertad de expresión.

Viva Canarias libre y soberana, usufructuaria de sus recursos.