Con ese espíritu hace mucho tiempo que cada año intentamos plantar viñedo en nuestra bodega Tajinaste. Ayer mismo terminamos una parcela de 5000 ms cuadrados en la Finca de La Haza, en La Perdoma. Con una agradable sensación de concluir un trabajo bien hecho con proyección de futuro. Podría afirmar que se trata de mucho más que plantar, consiste en ilusión y esperanza.
Si alguna vez nos decidimos por la viticultura, debemos saber que las plantaciones de viña están reglamentadas con el fin de adaptar la producción a la demanda del mercado. Se necesitan los derechos de plantación, que bien los podríamos conseguir tras el arranque de un viñedo en el que queramos modificar su sistema de conducción, orientación, variedad, etc. o como nueva plantación para los vinos con denominación de origen, los cuales dependen de la adjudicación que otorgue cada año una comisión de la CEE. Esta medida de regulación ha ocasionado en años puntuales que para limitar el potencial de producción vinícola en Europa, se haya primado el arranque de viñas productoras de vinos de mesa.
Las replantaciones y nuevas plantaciones se ven sometidas a unas normas de encepamiento y para cada denominación de origen se ha establecido una lista de variedades recomendadas y de variedades autorizadas. El viticultor debe conocer el estado de la parcela a plantar. Conviene tener una analítica del suelo con el fin de corregir alguna de sus carencias, eliminar la vegetación, hacer homogénea la profundidad del suelo, regularizar su régimen hídrico, (bien por drenaje para eliminar el exceso de agua o con instalación de riego para contrarrestar la sequía) y combatir los parásitos del suelo si los hubiera. Por supuesto el sentido de observación del viticultor juega un papel fundamental.
La plantación de un viñedo requiere una técnica especial. ¡Salud!