Hay ocasiones en que las fuerzas de seguridad logran descubrir los abusos cometidos sobre personas de avanzada edad cuyas facultades mentales están mermadas. Recientemente, policías locales de Santa Cruz de Tenerife identificaron a una mujer que, literalmente, estaba dilapidando los ahorros de su propio abuelo en pocos meses, después de permanecer alojados en un lujoso hotel de la capital y llevar un alto nivel de vida.

El pasado 7 de marzo, agentes municipales tuvieron conocimiento de una curiosa situación que estaba ocurriendo en un emblemático establecimiento alojativo de la capital.

La historia estaba protagonizada por un hombre de 86 años, vecino de la ciudad, y una acompañante joven, que estaban alojados en una de las habitaciones.

Casi un mes después de que se registraran en la recepción, personal de la empresa detectó unos gritos, insultos y supuestos malos tratos psíquicos al octogenario.

Los trabajadores informaron del hecho a sus jefes y estos decidieron informar a la Policía Local, por si pudiera existir algún hecho delictivo.

En el cuerpo de seguridad, la investigación del caso fue asignada a la Unidad de Policía Judicial, que también está adscrita a la Fiscalía de Menores de la provincia.

Una de las primeras hipótesis barajadas por los funcionarios policiales es que se tratara de malos tratos en el ámbito familiar. Pero, en cualquier caso, había que iniciar las gestiones para ver qué ocurría.

El primer paso fue identificar a las personas protagonistas de la historia. El hombre de 86 años tenía su domicilio en una calle santacrucera y su acompañante supuestamente era una joven de 28 años, de nacionalidad uruguaya, según la información recabada en la recepción del hotel.

Tras consultar las bases de datos, los tres agentes de Policía Judicial comprobaron que ninguno de ellos tenía antecedentes por delitos anteriores.

Al entrevistarse con personal del establecimiento de lujo, los agentes comprobaron que el octogenario y la joven llevaban un mes alojados allí y la persona que manejaba la tarjeta bancaria era la mujer.

Identificación

Los policías locales también se entrevistaron con la Dirección del recinto y, posteriormente, ambos clientes fueron localizados en un restaurante del edificio.

Tras identificarse como agentes, el hombre y la mujer fueron separados para tomarles una primera declaración por separado.

La mujer reconoció que ni era tan joven ni era de nacionalidad uruguaya, pues manifestó que es nieta del octogenario y que tiene 38 años.

En realidad, señaló que había utilizado una identidad falsa de una amiga para registrarse en el hotel con el fin evidente de no dejar pistas.

Además, comentó que "no tiene trabajo y que vive a expensas del abuelo".

Una patrulla fue comisionada para que fuera al domicilio real del varón de 86 años y comprobó que la casa está en mal estado, puesto que había mal olor, no se podía entrar, había humedades, entre otras cosas.

Con los datos obtenidos, los policías locales acudieron a una entidad bancaria para reclamar información sobre los movimientos de dinero realizados por el señor de avanzada edad.

En ese momento, los agentes supieron que el octogenario disponía el 25 de noviembre del año pasado de unos ahorros por valor de 48.000 euros.

En la entidad bancaria también les confirman que el abuelo y la nieta van con cierta periodicidad y sacan unas cantidades excesivas de dinero, pero en billetes pequeños. Evidentemente, ante la incapacidad del señor mayor, quien lleva cabo las operaciones es la mujer.

Las cifras no dejan lugar a dudas. En el banco confirmaron que, en apenas tres meses y medio, la nieta ha sacado unos 38.800 euros. Ante esa circunstancia, la Fiscalía fue informada de los hechos.

Los agentes municipales se pusieron en contacto con algunos familiares, quienes reconocieron que no sabían nada del abuelo desde hacía un mes, salvo que supuestamente estuvo unos días en un hospital. La estancia en el hotel de lujo se prolongó desde el 10 de febrero hasta el 8 de marzo y la factura que tuvieron que abonar fue de 5.300 euros.

Los policías certificaron que el hombre realiza un "discurso incoherente y tiene dificultad para reconocer a las personas".

Los agentes solicitaron por escrito a la autoridad judicial la declaración de incapacidad para el octogenario, con el objetivo de evitar que, en pocas semanas, se quede "en la calle y sin un duro".