El maestro Ciruela, o sea Paulino Rivero, ha encontrado un camino perfecto para reivindicarse: cabrear a la población civil porque su enemigo Soria va a permitir que se saque petróleo a 60 millas de las costas majoreras y conejeras, perforando Repsol el subsuelo marino. Ya está, ya tiene el maestro Ciruela su guerrita, esas cruzadas hueras que tanto le gustan a Coalición Canaria.

Porque lo de Coalición no es luchar por la independencia de las Islas, sino amagar y no dar. Ahora le monta un pollo al Estado porque las aguas que presuntamente le regaló Zapatero al maestro Ciruela están llenas de crudo y dicen que de gas y Paulino quiere los cuatro votos de Fuerteventura y Lanzarote jugando con la demagogia, ejerciendo el ecologismo ramplón. Es la bandera que le queda; si no, desaparecen él y su absurdo partido nacionalista, el único en el mundo que no quiere la independencia para su tierra. O a lo mejor ahora sí la quiere, con el lío.

Pero nos da la impresión de que la calle no le va a seguir, porque la calle está harta de él y de sus compinches, los mismos de siempre, los mismos caretos, la misma demagogia, la misma tibieza y el mismo amagar y no dar. Él y los suyos son los culpables de que estas malhadadas islas se encuentren en la cola del Estado. Y en la más terrible pobreza.

Ahora, el maestro Ciruela se inventa una nueva cruzada de liberación contra Soria y el PP. Porque los suyos son los del PSOE; es decir, siempre con los perdedores. Dice que utilizará todos los mecanismos a su alcance para evitar las prospecciones, sin darse cuenta de que no tiene mecanismos. Y que, si los tiene, se los entregó oxidados su amigo del alma Zapatero, que le regaló una bañadera con agua salada para que jugara a los barquitos, no unas aguas jurisdiccionales que Canarias no puede poseer porque no es Estado. Todavía no se ha enterado.

El maestro Ciruela se ha ido enseguida a las islas orientales a empezar su guerrita. La va a perder porque jurídicamente no tiene argumentos y porque ha embaucado a todo un Parlamento a hacer el ridículo más espantoso. No nos extraña, el Parlamento de Canarias tiene más bien poco seso, hablando en general. No hay más que echar un vistazo y ver quiénes están ahí y lo poco que trabajan y lo mucho que cobran, con alguna excepción.

El maestro Ciruela sigue dando tumbos en la política canaria. A ver si le entra un poco de vergüenza y se va. Y nos deja tranquilos para que seamos nosotros quienes elijamos el camino a seguir. A ser posible, sin él. Y sin la otra.