La economía podría aprender mucho de la física, pero según Phillip Ball, editor de la revista Nature durante 20 años, los mercados financieros se han fijado en modelos erróneos que han provocado una crisis mundial con una banda sonora que suena "más a Wagner que a Mozart".

Ball, un divulgador que ha dedicado gran parte de su vida a analizar la interacción entre ciencia, cultura y artes, afirma que aunque la economía podría aplicar mejor el conocimiento logrado por la física sobre sistemas complejos, "por desgracia, estos campos se han distanciado muchísimo porque los economistas se resisten a cualquier cambio".

Licenciado en Químicas por Oxford y doctor en Físicas por la Universidad de Bristol, Ball (1962) -que ha pasado por Barcelona invitado por el Institut d''Arquitectura Avançada de Catalunya- asegura que la Física utiliza herramientas exportables a la economía y a otros ámbitos sociales.

Pone el ejemplo, en este sentido, del tráfico. "Si vemos la circulación como unas partículas que se mueven e intentan no colisionar, nos damos cuenta de que comportamientos complejos como los atascos se pueden explicar de forma simple: vehículos que van más o menos a la misma velocidad y no pueden cambiar de carril; si una persona frena demasiado rápido puede generar el atasco", explica Ball.

El autor de "Masa crítica", obra en la que abordaba la relación entre las ciencias naturales y sociales, advierte, no obstante, a los utópicos de que la economía se encuentra "fuera del sistema de equilibrios" y que ésa es su naturaleza fundamental.

"Las fluctuaciones son una parte esencial de cómo funciona el sistema y esto no quiere decir que no se puedan controlar, pero si no las reconocemos no se logrará", indica.

El científico comprende la desconfianza y enfado de la ciudadanía con los economistas y "la gente que toma decisiones" muchos de los cuáles "siguen" en el cargo después de haber implementado políticas catastróficas.

Aunque reconoce que existen ramas útiles de la economía, remarca que ésta, en general, no ha sabido responder a la cuestión básica: cómo gestionar un sistema de libre mercado con esas fluctuaciones tan grandes. "Partimos de un punto de vista totalmente erróneo y por ello es lógico que algunos se cuestionen si la economía es una ciencia de verdad", asevera.

Los años dedicados a la reflexión no le han hecho -señala Phillip Ball- más racional que cualquier otra persona a la hora de tomar decisiones personales.

"Quizás tengo mayor consciencia de que estamos más influidos de lo que pensamos por el exterior, que somos parte de una red de interacciones y que esto va a condicionar nuestra forma de pensar", insiste.