Adelaida de la Calle, rectora de la Universidad de Málaga, ha asumido la presidencia de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) en un momento de incertidumbre, coincidente con la llegada de un nuevo gobierno español que todavía no ha concretado sus planes para estas instituciones y en espera de unos presupuestos generales del Estado que se presumen poco halagüeños para las políticas de investigación. El pasado lunes estuvo en la Universidad de La Laguna para celebrar el 220 aniversario del centro docente tinerfeño.

¿Se le exige mucho a la Universidad en España y se le da poco a cambio para ayudarla a alcanzar esos objetivos?

Estamos en un momento de incertidumbre. Cuando ya teníamos un proyecto de modernización de la universidad se ha producido un cambio en el Gobierno y hay un cierto desconcierto, porque todavía no sabemos cuáles serán las directrices que van a guiar el progreso y la modernización de nuestras instituciones ni cuál va a ser el presupuesto real que se nos va a adjudicar. Es evidente que dependemos de la financiación autónomica, pero también es cierto que lo hacemos indirectamente de los presupuestos del Estado. Vivimos un momento incierto sobre el porvenir de la universidad y su planificación para el futuro.

¿Se le ha dado alguna pista a los rectores sobre cómo quedarán esos presupuestos?

En este momento no. Primero se hablaba de que va a crearse un comité de expertos que va a hacer una evaluación de las universidades, y entiendo que sobre ella se va a establecer un plan estratégico. Pero todo eso está ahora en proceso de realización. La información que tengo del Ministerio apunta a que aún se está trabajando en esas propuestas. Próximamente tendremos otra reu- nión con el Ministerio y creo que iremos progresando adecuadamente en el conocimiento de ese proceso.

Se dice en ocasiones que existe un exceso de universidades.

No, en absoluto. Si hay un modelo educativo que a todos nos impacta por sus buenos resultados es el de Finlandia, que tiene poco más de cuatro millones de habitantes y entre quince y veinte universidades. Le pongo el ejemplo contrario: en Andalucía somos 8,5 millones y tenemos diez universidades. Compare y verá usted si realmente existe ese exceso. Yo no lo he visto nunca en un país de 45 millones de habitantes.

¿Y ha habido demasiada uniformidad de la oferta? ¿Falta especialización?

Probablemente somos muy homogéneas, pero tal vez porque no somos demasiadas. Si fuéramos más seríamos más heterogéneas y especializadas. Pero se cubren las necesidades y demandas de la sociedad en todos los ámbitos. No estamos fuera de los márgenes, ni mucho menos. Esas afirmaciones se basan en unos datos que la propia CRUE elaboró en el curso 2008-2009, cuando todavía no se había generado el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Ahora estamos en una situación totalmente distinta.

¿Hay un desequilibrio entre el discurso público de los responsables políticos, con su insistencia en virar hacia una economía basada en el conocimiento, y su plasmación real?

Creo que sí lo hay. Todos estamos convencidos de que la única manera de salir de la crisis es apostar por la innovación y el conocimiento, y resulta que ese conocimiento y esa innovación se producen dentro de la universidad. Eso quiere decir que hay que apostar por la formación y la innovación en la universidad para que transforme la sociedad.

La oposición a los previsibles recortes en los presupuestos estatales para la ciencia se ha convertido en un clamor. ¿Confía en que sea escuchado?

Espero que se escuche, porque las instituciones más dedicadas a la ciencia y los responsables de mayor prestigio del mundo científico lo reclaman. Incluso la propia secretaria de Estado piensa que no se pueden soportar más recortes. Hay una coherencia entre lo que piden los científicos y lo que piensan las autoridades en materia de investigación del Ministerio de Economía y Competitividad. Por eso estoy convencida de que se dará respuesta en el sentido de que no se puede cortar más el dinero para la investigación.

¿Coincide con el diagnóstico de los científicos que alertan del riesgo de varias generaciones perdidas de investigadores y de una fuga de cerebros masiva?

No soy tan alarmista. Todavía no tenemos una fuga de cerebros masiva. Lo que se produce es lo de siempre, una alta movilidad en el mundo científico, una tendencia a que los profesionales se muevan por Europa. Pero para eso hemos hecho el EEES, para hablar de Europa y no de nuestro entorno más inmediato.

¿Qué puede suponer la cancelación del préstamo del Ministerio de Educación para Campus de Excelencia, que a Canarias le afecta de lleno?

Supongo que un replanteamiento de los objetivos. Habrá actuaciones que no podrán llevarse a cabo. Debemos, al menos, desarrollar lo que podamos abordar con nuestros propios presupuestos, pero nunca abandonar la idea de los Campus de Excelencia.

¿Deberían las autonomías suplir la financiación que ahora no aporta el Estado?

Debería buscarse ese apoyo, pero somos conscientes de que es difícil y de que las comunidades tienen cada vez menos autonomía. Pero sí habría al menos que hacer una proyección a largo plazo buscando esa planificación, esa hoja de ruta, de acuerdo a cómo se vayan superando las dificultades económicas.

El ministro de Educación ha avanzado la posibilidad de cambiar los criterios de concesión de las becas, poniendo el acento en el rendimiento más que en las circunstancias económicas.

Todavía no hay nada concreto desde el Ministerio. Simplemente se trata de una posibilidad. Creo que en esa posibilidad habría que dar, primero, una igualdad de oportunidades como inicio del proceso de educación superior. Luego, posteriormente, si quiere variarse algo y dar más peso al rendimiento académico, habría que estar muy atentos a las características de cada una de las titulaciones, porque no todas tienen el mismo grado de dificultad.