Una cadena de atentados terroristas causó ayer al menos 42 muertos en Irak, en una ola de violencia que coincide con el noveno aniversario de la invasión de ese país y que se produce solo una semana antes de la celebración de la cumbre de jefes de Estado árabes en Bagdad.

Fuentes policiales en ese país informaron de que la mayoría de los atentados, que sacudieron sobre todo la capital, Bagdad, y las ciudades de Kirkuk (norte), Kerbala (sur) y Ramadi (oeste), fueron perpetrados con coches bomba, varios de ellos por terroristas suicidas.

Los tres ataques de Bagdad, uno de ellos cerca del Ministerio de Exteriores y otro contra una iglesia, causaron 11 muertos y 37 heridos, y abren dudas sobre la eficacia de las medidas de seguridad anunciadas por las autoridades para celebrar la cumbre de la Liga Árabe, prevista para el día 29 en Bagdad.

Ayer mismo, el secretario general adjunto de la Liga Árabe para Asuntos Económicos, Mohamed al Tuiyri, anunció que los delegados de los estados miembros de ese organismo panárabe empezarán desde mañana sus reuniones en El Cairo para preparar el orden del día de dicha cumbre.

Las explosiones se produjeron nueve años después del comienzo de la invasión, por una coalición multinacional encabezada por EEUU, del territorio iraquí el 20 de marzo de 2003 y que terminó con la caída del régimen del mandatario Sadam Husein.

El más sangriento

El ataque más sangriento tuvo lugar en la ciudad de Kerbala, 110 kilómetros al sur de Bagdad, cuando dos vehículos hicieron explosión de forma consecutiva, cerca de una comisaría, lo que causó 13 muertos y 38 heridos.

En Kirkuk, situada 200 kilómetros al norte de la capital, murieron 11 personas, entre ellas diez agentes de seguridad, y otras 52 resultaron heridas por el estallido de dos vehículos cargados con explosivos.

Los otros atentados fueron cometidos de manera similar contra diferentes objetivos en las provincias de Babel, Salahedín y Al Anbar y causaron un total de 7 muertos, tres de ellos miembros de la misma familia, y otros 59 heridos.

El 23 de febrero, otra cadena de atentados golpearon distintas zonas de Irak y causaron la muerte de al menos 41 personas y heridas a más de 200, un ataque que fue reivindicado un día después por la agrupación terrorista Estado Islámico de Irak, dominada por Al Qaeda.