La investigación para arrestar al hombre que mató a siete personas en la región de Toulouse, cuatro de ellas en una escuela judía de esa ciudad del sur de Francia, se intensificó ayer ante el temor de que el asesino vuelva a actuar, mientras la zona continúa conmocionada por el último crimen.

Tras los asesinatos perpetrados el lunes por un hombre armado que disparó indiscriminadamente a la puerta de la escuela judía, las autoridades extendieron la zona en alerta antiterrorista al más alto nivel y un número excepcional de agentes trabajan sobre el terreno, 200 de ellos directamente en la identificación del autor de los crímenes.

El fiscal jefe de París, François Molins, responsable de la investigación desde que se clasificó el crimen como terrorista, señaló que temen un nuevo golpe del asesino, que hasta ahora ha venido matando cada cuatro días.

"Estamos ante un individuo extremadamente determinado, con mucha sangre fría y con objetivos extremadamente definidos", afirmó el fiscal, quien indicó que ninguna pista ha sido abandonada.

Los investigadores atribuyen al autor del tiroteo contra la escuela judía, en la que murieron tres niños y un adulto, el asesinato de dos soldados en la cercana ciudad de Montauban, el día 15, y el de un tercer militar cuatro días antes en Toulouse, todos de origen magrebí.

El origen de las siete víctimas abre una pista sobre una posible motivación racista del asesino.

Pero los investigadores trabajan también con la hipótesis neonazi, tras comprobarse que los dos soldados asesinados en Montauban pertenecían al mismo regimiento que tres militares expulsados del Ejército en 2008 por haberse fotografiado ante una esvástica. Pese a que fuentes policiales citadas por medios galos indicaron que esa pista había sido abandonada, Molins dijo que "está en curso de verificación", al igual que las otras.

Sin descartar que se enfrenten a un desequilibrado, en el equipo de investigadores se han incluido a especialistas en este tipo de casos.

Una hipótesis que estaría reforzada por el hecho de que el asesino pudo grabar sus acciones con una cámara atada a su pecho, según un testigo de la matanza de la escuela judía de Toulouse.

Ese elemento "tiende a confirmar el perfil psicológico del asesino", aseguró el ministro del Interior, Claude Guéant, mientras que el fiscal, más prudente, se limitó a decir que no está comprobado que llevara una cámara, aunque no lo descartó. Si la búsqueda del asesino se intensifica sobre el terreno, con un gran despliegue policial y un llamamiento a testigos, los agentes también trabajan a través de internet. Según una de sus hipótesis, el asesino pudo darse cita con la primera víctima a través de un anuncio colgado por ésta para vender una moto, señaló el fiscal.

Los investigadores han establecido que en los tres hechos se repetían algunos elementos, entre ellos el uso de una misma arma y el uso de un mismo modelo de moto de gran cilindrada y marca Yamaha, que los testigos identifican como negra en los dos primeros casos y blanca en el tercer. Además, las ocho víctimas murieron de disparos a bocajarro en la cabeza y el asesino no se desprendió en ningún momento del casco.

Reapertura del colegio

En paralelo, Francia intenta recuperar la calma tras la masacre de la escuela Ozar Hatorah de Toulouse y el país, que estaba enfrascado en plena campaña por las elecciones presidenciales de abril-mayo próximo, ve con temor y recelo esta tragedia.

El colegio reabrirá las puertas hoy para que los niños recuperen la rutina, pero los principales candidatos a la Presidencia de Francia mantendrán suspendida la campaña electoral.

Los dos favoritos, el actual presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el socialista François Hollande, protagonizaron ayer actos institucionales de solidaridad con la comunidad judía.

Los colegios del país guardaron un minuto de silencio y Sarkozy acudió al aeropuerto parisiense de Roissy-Charles de Gaulle para despedir a los cuerpos de los cuatro fallecidos el lunes, que fueron trasladados a Israel donde hoy recibirán sepultura.