Actualmente, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de dos millones de personas mueren de tuberculosis cada año. Hay que tener en cuenta que un tercio de la población mundial está infectada (de los que un 10 % pueden convertirse en enfermos). La misma OMS informa de que cada año hay nueve millones de casos nuevos.

En España hay una incidencia media de 30 casos por cada 10.000 habitantes.

En Canarias las cifras son de las más bajas del territorio nacional, unos 400 casos cada año. Estas cifras se ven incrementadas por los pacientes con sida y por la existencia de un número de extranjeros que llegan de países de alta incidencia en tuberculosis como es Hispanoamérica, África, Asia y Europa del Este.

El número de casos de tuberculosis de todas las localizaciones declarados a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica fue de 7.089 para el año 2010, lo que equivale a una tasa bruta de incidencia de 15,39 casos por 100.000 habitantes. Esto supone un descenso de la tasa global de un 9% respecto al año 2009, en el que fue de 16,96 casos/100.000 (7.652 casos). Del total de casos declarados, 4.712 (66,5%) eran nacidos en España, mientras que 2.278 (32,1%) habían nacido en un país distinto.

En el Archipiélago, desde que se pone en marcha el Registro de Casos de Tuberculosis de Canarias, la tasa de incidencia ha experimentado un descenso continuado, pasando de 23,50 casos por 100.000 habitantes en el año 2000 a 8,46 casos por 100.000 habitantes en el año 2010 (ver gráfico).

Las Islas con una mayor afectación por población son Fuerteventura y Lanzarote. Sin embargo, tras la puesta en marcha de Planes Específicos de Control y Prevención de la Tuberculosis en ambas islas, estas tasas han disminuido significativamente (un 70% menos en Lanzarote entre 2006 y 2010 y un 60% en Fuerteventura entre 2007 y 2010).

La tuberculosis pulmonar es una enfermedad que se contagia de persona a persona, que se caracteriza generalmente por una sintomatología característica de tos, expectoración mucopurulenta y, con frecuencia, sanguinolenta; febrícula, mal estado general, pérdida de apetito que se va prolongando en el tiempo. Cuando esta última circunstancia se prolonga más allá de un mes debe acudirse al médico, quien probablemente le realizará una radiografía de tórax, prueba con la que, con casi seguridad será precisada, a expensas de confirmarse con un análisis de su expectoración.

Una vez confirmado el diagnostico, se inicia un tratamiento de no menos de seis meses, y si el cumplimiento es total, la esperanza de curación es del 100%.

Los expertos insisten en que es de vital importancia el cumplimiento estricto del tratamiento.