A CRISTINA Tavío la he criticado con dureza. Quizá haya sido la persona a la que le he dedicado los comentarios más incisivos -siempre en el aspecto político, nunca en su faceta personal- de cuantos he escrito. Pero eso fue en el pasado. Sigo pensando que tenía razón al hacerlo porque en aquella época sus decisiones eran bisoñas y disparatadas. A día de hoy, la presidenta del PP tinerfeño -y diputada autonómica, amén de legítima alcaldesa de Santa Cruz pese a que un pacto vergonzante y vergonzoso le haya arrebatado el cargo- es otra persona. Ha madurado -sigo hablando en el aspecto político- hasta el punto de que ahora es capaz de captar la realidad muchísimo mejor que la mayoría de quienes la rodean.

"La técnica del calamar es ya un clásico en el manual de primeros auxilios de Coalición Canaria, y resulta obvio que a Rivero le sirvió para conseguir lo único que pretendía: un puñado de titulares de prensa con los que tensar las cosas por unas horas", dice acertadamente Tavío en un artículo publicado ayer por este periódico. La tinta del calamar -la noticia oportuna para resolver la siempre complicada primera página del domingo en la prensa local- fueron el sábado unas cuantas manifestaciones contra el petróleo. "Miles de canarios rechazan las prospecciones", era el titular genérico. Claro que sí. Veinte mil canarios en Lanzarote -me estoy quedando con la cifra más alta, porque la Delegación del Gobierno habla de 9.000- son, indudablemente, miles de personas. Al igual que lo son 15.000 en Fuerteventura -3.000 según la Delegación del Gobierno-, junto con otras 15.000 en Las Palmas -1.500 según la ya mencionada Delegación-, etcétera. De acuerdo, señores ecologistas y señores periodistas convertidos en caja de resonancia amplificada del ecologismo de ocho a tres. Pero, ¿cuántas más se quedaron en su casa? Aunque hubiesen salido a la calle 50.000 almas, que no fue el caso ni muchísimo menos, ¿cuántos habitantes tienen estas Islas? Pues, 2.125.256 a 1 de enero de 2011, según datos del padrón municipal. Seamos serios: 50.000 personas en la calle, e insisto en que sumando todos los que salieron el sábado de acuerdo con los siempre generosos guarismos de los organizadores no se llega a esa cantidad, son menos de un 2,3 por ciento de la población. ¿Qué pasa con el 97,7 por ciento restante?

Pasa que no cuentan; no existen. Carecen de importancia para un tal Fran Castro, portavoz de la cosa ecologista, quien, sin cortarse un nanómetro, ha dicho que "se visualiza claramente que la sociedad canaria rechaza el proyecto de realizar prospecciones y extracciones de petróleo". Y parecía bobo cuando lo compramos.

Los bobos no son, evidentemente, estos tergiversadores de la realidad; los auténticos idiotas somos los cientos de miles -no miles, ni decenas de miles, sino más de dos millone

s de habitantes de estas Islas- que el sábado no nos opusimos a las prospecciones, o al menos no nos echamos a la calle para rechazarlas, aunque seguimos callados y aguantando estopa de un presidente acabado, de unos acólitos enchufados a sus cargos aun más finiquitados que él y de los oportunistas de siempre. Al final, tenemos y vamos a seguir teniendo lo que nos merecemos.

rpeyt@yahoo.es